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Martín Serrano Herrera

Fausto Fernández Ponte


I

Martín Serrano Herrera es un periodista mexicano que publica el Diario Tribuna en Xalapa, la capital del estado de Veracruz y, quien es acosado por el gobierno veracruzano. De ese acoso hay fe pública.


El colega Serrano Herrera dio noticia de ese acoso ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, cuya Quinta Visitaduría General tomó puntualmente nota de lo que le ocurre a este periodista.


Por supuesto --la salvedad es pertinente-- que don Martín es perseguido por el gobierno del estado de Veracruz no sólo por publicar su periódico impreso, sino por su línea editorial.


Ello, desde luego, tiene importancia deontológica y trascendencia práctica y es causal de la comisión de un delito gravísimo: el uso del poder público para acallar voces críticas.


Así, a don Martín el poder formal lo acosa --con la complicidad implícita de instancias defensoras de derechos humanos locales-- por su profesión, la existencia del medio difusor y el contenido de éste.


Las agravantes, entendido así este episodio, son mayores que las atenuantes, si acaso éstas existiesen y el poder formal, el del gobierno del estado, quisiere hacerlas valer, si acaso.


Señálese que, a nuestro ver, este episodio es emblemático pues representa una constante en la vida nacional. En el estado de Veracruz el abuso del poder es, como en todo el país, también emblemático.


II


Y es que en Veracruz --como en toda nuestra república-- el poder está en crisis y, por inferencia válida, diríase que su ejercicio exhibe precisamente esa peculiaridad. La crisis obsérvase estructural.


Sábese a ciencia cierta --como ocurrencia factual-- que ejercer profesionalmente el oficio de difundir periodísticamente hechos y sucedidos e ideas y comentarlas es desempeño asaz peligroso.


En efecto. Tan sólo en el aciago 2006, siete periodistas fueron víctimas de desapariciones forzadas --secuestros-- y/o asesinados precisamente por su condición profesional de difusores.


De ello los periodistas mexicanos tenemos conciencia plena y, aun así, a sabiendas de tan gran riesgo a nuesta integridad física o marginación profesional y social, nos ocupamos en este quehacer.


Tan grande --y obvio-- peligro, empero, no es óbice para realizar bajo códigos de ética preceptivamente flexibles un trabajo que trasciende el ámbito mero del modus vivendi rutinario.


Y es que en este país --como en muchos otros en Africa, en Nuestra América y la del Norte y en el Caribe, Asia y Europa-- el ejercicio de la tarea difusora ha sufrido una metamorfosis funcional profunda.


Y esa función es la de ser, en la práctica cotidiana y en el contexto de la vida real, un contrapeso y, a la vez, un valedor del interés público y, sobre todo, el interés social.


Esa metamorfosis tiene sus causales, a no dudarlo: una, la abdicación de grado --de conveniencia crematística-- o por fuerza de los deberes de los contrapesos constituidos formalmente o de facto.


III


Esa oquedad --la abdicación de deberes e inclusive de derechos-- que antójase insondable, por abisal, los equilibrios en la relación entre los poderes que son y están y la sociedad pierden funcionalidad.


Es decir, quedan alterados esos equilibrios, si no es que rupturados o con fracturas, y su existencia responde a los convencionalismos de la cultura de la simulación.


En efecto, simulamos que vivimos en un estado de derecho. Y simulamos que el andamiaje jurídico responde a los imperativos del derecho en la procuración e impartición de justicia.


Esto nos lleva a la otra causal de esta abdicación de hecho en materia de obligaciones y garantías y la oquedad --o vacío-- funcional que, no sin preocupación ciudadana, mírase creciente.


En su denuncia ante la CNDH, el periodista Serrano Herrera se acoge al Programa de Agravios a Periodistas y Defensores Civiles de Derechos Humanos. Y detalla los hechos que violentan sus derechos humanos.


Señala al Procurador General de Justicia del estado de Veracruz, Emeterio López Márquez y a uno de los agentes de ésta instancia del gobierno, así como a Nohemí Quirasco Hernández, la ombudsman local.


El señalamiento a doña Nohemí es grave. Su actuación es expresión de la cultura de simulación del poder. Finge defender derechos humanos y, en realidad, sírvele al interés del gobernador Fidel Herrera Beltrán.


Y no en vano. La señora Quirasco preside la Comisión Estatal de Derechos Humanos como secuela de la distribución de cuotas de poder y chambismo en la clase política priísta local. Su tarea: mediatizar.


Glosario:

Mediatizar: Intervenir dificultando o impidiendo la libertad de acción de una persona o institución en el ejercicio de sus actividades o funciones.

Óbice: Obstáculo, estorbo.


ffponte@gmail.com











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