I
Aniano Gago, un acreditadísimo periodista de Castilla y León --denominación dual que emblematizaría, si acaso, las dos Españas-- suele decir que los políticos son navegantes a dos vientos.
La definición del fino amigo Gago antójase acertada en cualesquier latitudes, lo mismo en España que en México que en cualesquier otros países.
Añadiríamos, a fuer de precisión, que hay políticos que navegan también a tres o cuatro --o más-- vientos sin importar si vienen por la popa o por la proa o por babor o estribor.
Empero, esos políticos a quienes la definición del distinguido colega castellano y leonés cáeles como el anillo al proverbial dedo no son tan virtuosos como navegar a dos vientos simultáneamente. No.
Y no. Ese virtuosismo de cortar la mar a dos vientos requiere un oficio político cuya tangibilidad es, cual milagro del obispo Rafael Guízar y Valencia --el nuevo santo mexicano--, invisible. Intangible, pues. E increíble.
Y es que los políticos aquí, allá y acullá o navegan a un viento o navegan a otro, fueren cuales fueren éstos, si alisios o suradas tehuantepecanas o nortes veracruzanos o una levísima oralia.
Y es que los políticos, a diferencia, digamos, del almirante de la mar océana, Colón, o Magallanes y su menospreciado Elcano, no saben realmente navegar a dos vientos. Los Pinzones eran buenos para ello.
II
Cuentan los cronistas que los Pinzones --quienes, según el son jarocho, eran unos chingüengüenchones-- sí que navegaban a dos vientos. Y a dos velas. ¿Habilidad? ¡Quiá, no! Simple oportunismo.
Y el oportunismo, como bien sabríalo aun el más ermitaño de los leyentes y el más blindado contra el mundanal ruido, es una práctica tan antigua como la que dícese es la más antañona de todas, la del comercio. El carnal.
El oportunismo preside la conducta no sólo de los políticos en lo individual, sino también en lo colectivo --la expresión clase política convoca imágenes de Mussolini y Franco y el fascismo-- y ello implica otras prácticas.
Esas prácticas no son, adviértase, edificantes. Son las de la simulación, la mentira, el engaño, la traición y otras antivirtudes muy humanas, corrientes incluso entre los santos más inciensados. Que lo diga Ratzinger.
Esa antivirtud --la de navegar a dos vientos-- exhíbese en todo su esplendor en el entorno de Andrés Manuel López Obrador. Los navegantes de esta saga levan anclas, largan trapo y aproan hacia otro puerto.
Los vientos del lópezobradorismo ya no hinchan las velas del oportunismo de estos navegantes. Y otean. De la umbría pineda donde se localiza la casa presidencial soplan otras ventoleras. Por la banda derecha. A estribor.
Los vientos que soplan por estribor suelen ser violentos, con rachas y golpes como los de un yunque. Esos vientos bajan del cerro y son, por tanto, cerriles.
III
Mientras tanto, por la izquierda hay nortes y suradas. Marejadas y marejadillas golpean por babor, como barrunto de una tormenta de esas de antología e historia. La manecilla del barómetro está crispada.
El pueblo pobre --la mayoría del total de mexicanos-- tiene las lonas rasgadas. Además, los aparejos han resistido más tormentas que bonanzas y no se sabe cuánto más resistirán.
Y, como diría Espronceda en su Canción del Pirata, esas tormentas no han alcanzado a torcer el rumbo de este bajel --El Pueblo Pobre-- ni a sujetar su valor.
Esta nave navega, eso sí, a varios vientos. Pueblo virtuoso. Sobreviviente de más de un naufragio. Engañado por espurios almirantes sexenales ha sido llevado al límite de la resistencia. Al desastre.
La gran nao del almirante Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa --conocido zumbonamente por su acrónimo Fecal-- está aun amarrada al muelle. Sin tripulación. Ni piloto.
Esa nao --bautizada como la 20-30-- , si soltada de sus amarras, difícilmente andará, pese a sus buenas velas. Lleva mucho lastre y, para colmo, hace agua y nadie achica. Todos esperan el viento sexenal.
Habrá que tirar lastre para salir a la mar. Parece que los navegantes a dos vientos descritos por don Aniano no saben, siquiera, qué es una brújula. Y piensan que la rosa de los vientos es prostituta. Y oportunista. Como ellos.
ffernandezp@prodigy.net.mx
Glosario:
Achica: del verbo achicar: bombear. Extraer agua de un barco. Aproan: de aproar. Enfilar la proa.
Casquivana: de poco juicio y poca reflexión.
Oralia: brisa.
20-30: denominación de un programa del señor Calderón que se refiere a que el alcance de su gobierno neoliberal se extenderá hasta 2030.