I Otórguele el caro leyente su venia a este escribidor para abordar hoy aquí un tema de interés personal del cual, empero, se desprenden moralejas de la rica historia de México y, en particular, la de nuestra Marina Armada.
Señálese que en lo general en México se carece de una cultura marítima. El grueso de la población --desde escolapios hasta académicos-- desconoce los avatares históricos de la Marna Armada y la civil/mercante cuya idiosincrasia tiene a la mar por eje.
El 20 de agosto pasado falleció Miguel Carlos Arturo Carranza y Castillo, quien era almirante de la Marina Armada de México y cronista de ésta, tarea a la que dedicó con acuciosidad ejemplar y precisión histórica sus últimos años de vida.
Miguel --o Almirante, como también le llamaban sus privilegiados amigos-- era un marino en toda la extensión semántica y etimológica del vocablo. Hombre de la mar, pues, convocado contantemente por las pleamares de los retos.
Sin embargo, esos méritos --que hacía que sus amigos sintiésemos orgullo de su conocencia-- no eran los principales ni los mayores de su persona. Supo ser amigo cabal, solidario con inagotable largueza moral, y generoso con su afecto y su tiempo. II El deceso de Miguel fue súbito e inesperado y, desde luego, muy sentido. Su salud se deterioró en un trance de horas, si no es que de minutos, pese a ser un hombre devoto del ejercicio físico y de hábitos de convivencia disciplinados y metódicos.
Su partida a los piélogos ignotos e insondables del más allá --los confines inescrutables y arcanos de la inexorable desaparición física de todo ser viviente-- deja un vacío en el corazón de sus muchísimos amigos en ámbitos marinos y civiles.
Se movió Miguel en navíos de guerra --comandó buques y flotillas--, en círculos académicos, en confines diplomáticos como agregado naval de México en varios países; en los cenáculos de la seguridad nacional y en los espacios de la literatura.
Fue, pues, Miguel, un escritor y, predeciblemente, su tema principal era el de la historia de Mèxico y de la Marina Armada. Como ensayista, fue crítico de los estilos de ejercer el poder en el pasado histórico y el presente actuante.
Miguel y éste escribidor hiciéronse amigos gracias a los oficios de otro amigo común, Fernando Castillo Tapia, intelectual versado en los meandros mutantes de la seguridad nacional. Hubo química desde ese momento, como dícese colquialmente.
III Como amigos, durante la crisis cancerígena que aquejò durante largos meses a éste escribidor, Miguel fue visitante frecuente, animoso, alentador, solidario, en el domicilio del periodista en Veracruz, sede que es de la zona naval que alguna vez él comandó.
¿Qué unía a Miguel y a este escribidor? El afecto, in duda, y la admiración al parecer mutua. Pero ello era secuela de la dialéctica de otras afinidades: el interés por temas como la seguridad nacional, la historia, la cultura marítima, la mar...
Miguel estaba auxiliando a este escribidor en una pesquisa para fines literarios acerca de David Porter, estadunidense que en 1825 contribuyó a organizar el alcance de la Marina Armada de México, durante el presidencialado de Guadalupe Victoria.
Porter fue un personaje extraordinario. Se asentó en Veracruz y al mando de navíos mexicanos combatió a los españoles empeñados en reconquistar México en el Golfo, el Caribe y el Atlántico bajo nuestra bandera republicana. Sus aventuras son de leyenda.
Héroe de novela de ambiente histórico este Porter --quien trajo consigo a un sobrino y un hijo--, cuyos quehaceres en la mar eran el empeño de este escribidor en el que Miguel auxiliaba con entusiasmo abrevando en registros y archivos de la Armada.
ffponte@gmail.com Glosario:
Ignotos: plural de ignoto. Remotos, desconocidos.
Meandros: recodos de ríos.
Mutantes: cambiantes.
Piélagos: plural de pièlago; mares, océanos.
Pleamares: plural de pleamar. Fin o término de la creciente del mar. Marea alta.