I
Los hombres y las mujeres --minoría éstas-- que son el ápice de la pirámide del PRI, reunidos este miércoles en Pachuca, Hgo., debatieron
sesudamente ciertos asuntos de trascendencia nacional suma.
¿Debatieron acaso esos gobernadores, senadores y diputados, así como los dirigentes formales, los graves --por enormes-- peligros que se ciernen ominosamente sobre nuestra patria amenazada?
¿Debatieron, tal vez, esos personeros del priísmo cupular las
vías para salirle al paso a esos peligros y superarlos mediante ideas innovadoras y actos de heroísmo y valentía civil y personal?
¿O debatieron, quizá, estrategias para erradicar la desigualdad económica, la injusticia social y la iniquidad moral de la monstruosa
forma de organización política prevaleciente en México?
¡Quiá, no! Esos augustos personajes --ya dijimos que son el ápice, mas no la base, de la pirámide priísta-- debatieron cómo instalarse en el andamio de sinecuras del calderonismo. Oportunismo, pues.
Cierto. Debatieron cómo traducir una irreprimible vocación al oportunismo para acomodarse y reacomodarse en el gobierno que presidirá, espuriamente, Felipe Calderón.
¿Y cuál es la táctica que esos gobernadores, senadores y diputados y dirigentes priístas utilizarán para persuadir al señor Calderón de que los incorpore a las más altas esferas de su gobierno?
II
La táctica es una muy antigua y probadísima: el chantaje. A cambio de repartir entre priístas varias secretarías y subsecretarías de despacho en el gabinete, los priístas no se sumarán al PRD.
Significa ello que si se sumaren los diputados y senadores del PRI a los del PRD para impedir la toma de posesión del señor Calderón, éste tendrá que hacerlo en otro lugar distinto al Palacio Legislativo.
Sábese que la ley establece que el Presidente de la República debe ser investido precisamente en sesión general del Congreso de la Unión, en la sede oficial de éste.
Si no fuere así, el Presidente-Electo incurrirá en falta, la de no haber acudido a su investidura. Ello plantearía una crisis constitucional. El Congreso puede designar a un Presidente interino.
Al debatir cómo exigirle los priístas al señor Calderón una cuota de gobierno --es decir, de poder--, aquellos dan por descontando que el Presidente Electo accederá a sus demandas.
Sábese, por otra parte, que el propio señor Calderón y sus allegados consideran exagerada la cuota priísta. Piensan que la élite situada en el ápice piramidal se sobreestima a sí misma.
Pero el señor Calderón y sus allegados también se sobreestiman a sí mismos, pues parecen convencidos de que aquél puede tomar posesión sin el concurso ni el apoyo de los priístas.
III
Adviértese la certidumbre en el vivaque del señor Calderón de que éste podría tomar posesión en la sede del Congreso de la Unión utilizando la fuerza pública o inclusive al mismo Ejército.
Sin embargo, el señor Calderón parece inclinado a cederle a la gente del ápice tricolor una cuota de gobierno, aunque no del tamaño e importancia que los priístas esperan obtener.
¿Por qué quieren los priístas una gorda cuota de gobierno? Repuesta: Para privilegiar sus intereses de grupo, de facción y particulares y de esa guisa compensar su patética situación en el Congreso.
Su lucha por una cuota generosa de gobierno cae en un nicho muy apropiado. El señor Calderón sábese sin representatividad, pues únicamente 15 millones de un universo de 72 millones, votaron por él.
Al sobreestimarse a sí mismos --aunque no mutuamente--, el señor Calderón y el ápice priísta ignoran o desestiman la razón de ser constitucional de su existencia vera: el pueblo de México.
O, por mejor decir, los intereses del pueblo. La cuota de gobierno que el ápice priísta le exige al señor Calderón no toma en cuenta los intereses populares. Obviamente, tampoco don Felipe.
Negociarán calderonistas y priístas sus cotos de poder para fines de corrupción e influencia política y a contraviento de los cotos que el pueblo debe tener en el gobierno y que se les escamotea.
ffernandezp@prodigy.net.mx
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Glosario:
Ápice: extremo superior o punta de algo.
Sinecura: empleo o cargo retribuido que ocasiona poco o ningún trabajo (sin cuidado).
Vivaque: lugar donde acampan las tropas. Cuartel al aire libre.
Infiernillo
Matanzas
Por Faustófeles
Todos los días hay matanzas
en este México de azur:
por móvil social en el sur
y en el norte narco transa.
Editorialito
Ley de Convivencia
Por Edi Torcito
La Ley de Sociedades de Convivencia del Distrito Federal, promulgada hace unos días, es un paso hacia adelante en la lucha sempiterna de los mexicanos por desasirnos de los atavismos culturales que, a resultas de los dogmas y prejuicios religiosos que van a contrapelo de la realidad social, caracterizan nuestro atraso. La promulgación del citado ordenamiento, tras seis años de debate en los estratos variopintos de la sociedad capitalina, sitúa al Poder Leguislativo local --la Asamblea Legislativa del DF-- a la vanguardia con respecto a los 31 estados adheridos al Pacto Federal que cohesiona la existencia misma de los Estados Unidos Mexicanos. Empero, esa Ley tiene muchos detractores, siendo estos, principalmente, grupos laicos afines a la Iglesia católica y de esta misma y sus jerarcas más conspicuos, quienes consideran a la legislación citada como pecadora. El sentir y el parecer de la Iglesia se sustenta sobre premisas falsas y erróneas: la ley no es equivalente ni sustituto de la institución del matrimonio --fuere éste civil, que es el legalmente válido, o religioso, que es puramente un convencionalismo sociable--, sino una vía jurídica para validar contratos de convivencvia entre individuos de un mismo sexo o entre hombres y mujeres. Le otorga certidumbre jurídica a quienes resuelvan compartir sus intereses sean estos emocionales o de conveniencia o a cualesquier otroras formas de relaciones personales de convivencia. La nueva Ley le otorga juridicidad a esas relaciones y seguridad a quienes las establecen. Esta Ley contribuirá sin duda a consolidar la formalidad de convivencias informales que, por cualesquier razones --legales o morales o culturales--, no se reflejans en la institución del contrato matrimonial.