I
La lucha del pueblo oaxaqueño porque sean atendidas sus demandas --insoslayablemente justas-- indícale a México y al mundo que la organización popular se ha desarrollado.
Y ese desarrollo, sin embargo, no ha sido gratuito sin haber exaccionado un costo en sangre --tragedias y destrucción de bienes materiales-- y en incertidumbre.
Ese nivel, a nuestro ver sin precedente en la lucha social de carácter poítico en México, se emblematiza en la existencia de un liderato colectivo.
Ese liderato colectivo --aunque dentro de éste figuras como Flavio Sosa son muy visibles-- sugiere la existencia de un mecanismo de toma de decisiones liberado de caudillismos.
El liderato colectivo del pueblo oaxaqueño se representa en la estructura misma --y su superestructura también-- de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca.
Ese liderato actúa monolíticamente, independientemente de que dentro del mismo existan y, tal vez, hasta persistan discrepancias tácticas e incluso estratégicas.
Pero adviértese unidad, una que deviene de la suma ponderada de inteligencias cuya propia dialéctica reduce considerablemente los márgenes de equívocos.
II
Es obvio que esos hombres y esas mujeres en el liderato colectivo de la APPO tienen una visión muy clara de sus objetivos inmediatos y mediatos y a largo plazo.
Descúbrense en los miembros de ese liderato mayores dotes de estadista que en los propios del gobierno, desde el Presidente Vicente Fox hasta su secretario Carlos Abascal.
Por otro lado, el gobierno --expresión formal del Estado y éste, a su vez, uñidura de ciertos poderes fácticos-- no parece haber comprendido la laya del conflicto oaxaqueño.
Esa laya o naturaleza es inasible a la percepción del poder --el Estado, el gobierno y los poderes fácticos que a éstos dominan-- pues su cosmovisión es estrecha.
Tal estrechez de cosmovisión es una ya de larga andadura en México, pues se remonta no sólo a la instauración del neoliberalismo, sino antes, a la dictadura perfecta.
En efecto. Desde los cuarenta a México lo han gobernado --por decirlo de modo epiceno-- élites de poder cuya naturaleza facciosa y corrupta explica su conducta rapaz y antisocial.
Primero fue Manuel Avila Camacho. Y, luego, Miguel Alemán --el más bandido--, con José López Portillo y Carlos Salinas, para quienes la corrupción era ejercicio patrimonialista.
III
Ninguno de ellos fue estadista en el sentido cabal del vocablo. Eran reyezuelos sexenales, ungidos ritualmente como ocupantes de un trono, mas no como líderes de hombres.
La élite bajo el disfraz de plutocracia gobernaba, bajo modalidades varias de un partido político, el PRI, que desde su recreación, por Alemán, en 1946, siempre fue de derecha.
En los últimos seis años --y, al parecer, en los próximos seis-- es otra variante de la derecha la que sustituye la del PRI. Esta era tartufa y ondeaba banderas de izquierda.
Pero esta variante --la del señor Fox y su sucesor, el espurio Felipe Calderón-- obra sin tapujo. No simula ser de izquierda: muestra las babeantes fauces de la derecha.
La derecha desnaturaliza, por su naturaleza, las causas sociales. El dinamismo de éstas atenta contra los intereses que aquella representa. En México, el caso es prototípico.
Es decir, es un caso de libro de texto. En México, la derecha es el nutriente ideológico de una plutocracia cuya voracidad no ha tenido límites desde hace seis décadas.
Por ello, las actuaciones represoras de esa plutocracia --que significa gobierno de los ricos-- no han tenido éxito.
Y sólo una plutocracia, en su miopía, reprime al pueblo.
ffernandezp@diariolibertad.org.mx
Glosario:
Epiceno: común.
Exaccionado: de exacción. Acción y efecto de exigir impuestos, prestaciones, multas, deudas, etc. Cobro injusto y violento.
Tartufa: comedia.
Uñidora: acción y efecto de uñir. Unir, juntar.