I
Vicente Fox --o, por mejor decir, su secretario del despacho de Gobernación, Carlos Abascal-- midió los tiempos. No más tolerancia con los oaxaqueños, dijo el segundo.
Y al cesar la tolerancia se aposentó su contraparte --su correlato--, la intolerancia, que ha sido el signo del sexenio foxista y de los que le precedieron.
Así, midiendo los tiempos -- cinco días antes de la trasmisión de la titularidad del Poder Ejecutivo a Felipe Calderón-- el señor Fox (y el señor Abascal) actuaron.
En efecto. Actuaron con los emblemas de la intolerancia: el empleo de la fuerza y, por ende, de la violencia, para someter a quienes ejercían un derecho histórico.
Ese derecho es la demanda de que el Estado --y el gobierno que lo representa-- diseñen y apliquen políticas orientadas a satisfacer las nececidades básicas del pueblo.
Ese derecho implica también la exigencia popular de que los personeros del Estado mexicano se desempeñen en congruencia con ese imperativo de servir al pueblo.
Y ese derecho significa que el Estado y el gobierno estén conformados por el pueblo. Es decir, que ambas expresiones de poder sean el pueblo. Que el pueblo gobierne.
También comprende ese derecho histórico que los gobernantes sean precisamente parte del pueblo y no de la élite del poder devenida en plutocracia voraz y egoísta.
II
Ese derecho es, asi mismo, el de la protesta pública y la defensa contra el empleo de la violencia del poder para resolver conflictos sociales y políticos de profundo raigón.
Ese raigón es el de la desigualdad económica --ergo, la violencia económica--, la injusticia social y la iniquidad del poder en el ejercicio de potestades constitucionales.
Tales potestades constitucionales son únicamente las de atender las demandas sociales, sino de resolverlas conforme a una filosofía enunciada por la Historia y la Constitución
La filosofía de la historia señala que los anhelos populares, si ignorados, frustrados o negados --como en México-- se traducen en luchas del pueblo. Históricas.
Y esa misma filosofía de la historia se expresa en nuestra Carta Magna, la cual manda inequívocamente salarios justos, prestaciones justas y satisfactores para el pueblo.
Esto nos lleva al tema de la solución de conflictos como el de Oaxaca. La solución le ha sido dada por la Historia y la Carta Magna al Estado mexicano y al gobierno foxista.
Y esa solución es, precisamente, acatar la Historia y la Constitución. ¡Qué exigían los maestros y, luego, el pueblo de Oaxaca mismo en solidaridad con aquellos!
Exigía salarios justos. Prestaciones justas. Condiciones laborales justas. Certidumbre laboral. Democracia sindical. Autonomía en la gestión de sus propias actuaciones gremiales.
III
Los pueblos de Oaxaca exigían, de igual guisa, un gobierrno que les representara verdaderamente, de allí que exigieran la salida del actual gobernador, Ulises Ruiz.
El señor Ruiz es un notorio hampón de la política priísta, abanderado vero de la cultura de la premeditación, la alevosía y la ventaja en el ejercicio del poder.
Este gobernador fue elegido hace casi dos años bajo dudosísimas circunstancias y desde el momento en que asumió la investidura se dedicó a antagonizar a sus gobernados.
¿Por qué el Estado mexicano (y la instancia legislativa del Senado) y el Gobierno foxista resolvieron desestimar la Historia y la Constitución y aplicar la intolerancia?
¿Y por qué, al aplicar intolerancia, violencia y reprimir brutalmente a los oaxaqueños el Estado y el Gobierno optan por una solución políticamente costosa y, por ello, inviable?
Tratemos de entender la lógica del Estado mexicano y del Gobierno foxista. La solución de intolerancia, violencia y represión no resuelve ni pospone el conflicto. Sólo lo atiza.
Supondríase que las premisas mayores y menores de la lógica del Estado y del Gobierno foxista se nutre de un móvil subyacente en sus entrañas: temor --y terror-- al pueblo.
A ese pueblo --no sólo el de Oaxaca, sino de México--, el Estado mexicano y el Gobierno foxista no ven como mandante supremo, histórica y constitucionalmente, sino como inferior.
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Glosario:
Prestaciones: la que lña seguridad social u otras entidades otorgan en favor de sus beneficiarios, en dinero o en especie, para atender situaciones de necesidad.
Raigón: raíz de las muelas y los dientes.