I
En este mismo espacio periodístico se trató el sábado pretérito el tema de la persecución desatada por el gobierno del estado de Veracruz en agravio del periodista Martín Serrano Herrera.
Y tratóse, en igual vena, aquí mismo cómo este periodista --a quien identificamos como un hombre valiente-- se ha defendido acudiendo a las instancias procuradoras e impartidoras de justicia.
Este periodista, propietario y director del Diario Tribuna, de Xalapa, Ver., es víctima de un abuso sistemático, incensante, del poder formal en Veracruz, habiendo sufrido lo indecible.
Así es. Un gobernador, Miguel Alemán Velazco, dispuso el secuestro --robo, si tipificamos el delito-- de toda la maquinaria de su planta industrial. La prensa rotativa, de una tonelada de peso, fue robada.
Y no sólo eso. En el robo, se destruyó el bien raíz en donde estaba la planta industrial. Y , como añadidura al despojo ilegal, el señor Serrano ha sido golpeado salvajemente, vejado, amenazado y acosado.
También ha sido víctima del tortuguismo, la simulación y los engaños para fines de encubrimiento realizados por disposición del sucesor del señor Alemán, el gobernador actual, Fidel Herrera Beltrán.
La complicidad activa del actual mandatario estatal se explica por los compromisos con su predecesor y porque el colega Serrano es crítico cómo el gobernador Herrera ejerce el poder mandatado.
Ese ejercicio del poder es frívolo y ostensiblemente corrupto --particularmente en las licitaciones de obra pública y en el desvío de recursos públicos para financiar el diario oficioso El Golfo.Com--.
II
Como agregado, ese ejercicio del poder parece dominado por las fuerzas de la cultura de la simulación y el engaño y la proclividad irreprimible del propio gobernante a la mitomanía y la demagogia.
Dado ese ejercicio del poder, las críticas del periodista Serrano concitan iras en el gobierno, por lo que sigue siendo víctima de amenazas, intimidaciones y advertencias de los personeros del poder.
Sin duda. Es frecuente la sustracción inexplicable de los expedientes judiciales de su caso y los mensajes ominosos del procurador estatal y magistrados del Tribunal Superior de Justicia.
Y es frecuente, asimismo, que se cometan actos vandálicos a bienes raices e instalaciones del periódico --que continúa publicándose-- y acoso y vigilancia constante.
En el contexto de esa persecución del gobierno del estado --cuando lo encabezaba el señor Alemán (1998-2004)-- en agravio del periodista Serrano, ocurrieron dos muertes asaz enigmáticas:
Una, la de Santa Bibiana Díaz Vázquez, fallecida en un accidente en una motocicleta en Xalapa, Ver., sucedido en diciembre de 2001, el cual, sospéchase, parece acusar indicios de haber sido provocado.
Y, otra, la de Manuel Acevedo Olguín, quien recibió en enero de 2004 un balazo en la nuca en circunstancias que dan lugar a presunción suspicaz y atizan la fogarata de la especulación, diríase, fundada.
La percepción general de no pocos, pero informados acerca de la persecución alemanista al colega Serrano, es la de que esas desapariciones fueron eufemísticamente muertes de Estado.
III
O muertes del gobierno del Estado, cuyos personeros más representativos y, por ello, de la más alta investidura, son responsables presuntos ante la ley de la comisión de ilícitos.
Ambas personas tenían un denominador común: el colega Serrano. O, por decirlo de modo más preciso, de estar involucrados, por imperativos de las circunstancias laborales, en este asunto.
Santa Bibiana --joven, de unos 26 o 27 años de edad, atractiva-- era agente de servicios periciales de la Procuraduría de Justicia de Veracruz e hizo la inspección ocular del sitio de donde hubo el robo.
Era, pues, testigo incómodo que confirmaba la denuncia contra el gobernador Alemán que había presentado en esa Procuraduría el periodista Serrano. El resultado de su inspección era demoledor.
En efecto. Daba fe Santa Bibiana de la actuación ilegal del gobierno, entendida ésta como un patrón de comportamiento represor del titular del Poder Ejecutivo local, el ya muy aludido señor Alemán.
Este represor, dado a vanidades y caprichos --en cierta ocasión ordenó que su avión regresara del Distrito Federal a Xalapa a recoger un zapato-- se dice hoy "político, escritor y periodista". ¡El colmo!
Las truculencias en Veracruz no son registradas por los medios de difusión locales, salvo excepciones notorias. ¿La razón? El maiceo fidelista a columnistas y dueños de los medios difusores es constante.
Acerca de la muerte de Acevedo Olguín, sábese que, si bien no era funcionario público, sí había desarrollado una carrera de facilitador de cosas tangibles e intangibles. Y sabía mucho. Tal vez demasiado.
Glosario:
Demagogia: Halago de la plebe para hacerla instrumento de la propia ambición política.
Maiceo: del verbo maicear: alimentar con maíz a los animales. Por inferencia metafórica dar dinero o prebendas a alguien a cambio de su complicidad o voluntad o como premio.
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