I
En los cenáculos de los personeros del poder real en México adviértese, subyacente y a veces no tanto, cierta aprensión con respecto a la solidez del statu quo de clase y de intereses.
Dicho de otro arreo, caro leyente, lo que temen esos personeros del poder real y, desde luego, sus operadores --que incluyen al propio Presidente de la República-- es que el pueblo se levante contra ellos.
Ello les enchina el cuero a esos hombres --en su inmensa mayoría-- y mujeres que conforman ese poder real, el del dinero, y sus operadores y sus facilitadores en el poder formal, el del Estado.
¿Levantamiento? Pues, de hecho, ya está ocurriendo. El pueblo, a la luz de ciertas manifestaciones concretas de descontento, irritación y protesta, ya se ha alzado. Hay un alzamiento generalizado.
Ese temor de quienes se ven a sí mismos como dueños de México --no más de 500, asociados muchos de ellos a intereses trasnacionales de Estados Unidos y España-- es que surja una guerrilla.
Bien. El pueblo está levantado --"son los renegados", dícese en esos cenáculos-- y lo expresa de muchos estilos, formas y modalidades, pero ese pueblo no se ha manifestado como guerrilla.
Pero hay guerrillas en México. Guerrillas activas, añadiríase sin incurrir en hipérbole subjetiva. Regístrase una actividad clandestina de oposición cívica y de gestión y defensa popular que está armada.
II
Estas reflexiones nos conducen a las campañas de las Fuerzas Armadas de México contra los cárteles del tráfico ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas o narcotráfico.
El empeño del Presidente Felipe Calderón --considerado espurio por millones de sus compatriotas-- de dirigir la campaña militar aquí descrita tiene varios objetivos, incluyendo el mediático.
Ese objetivo es, sin duda, de importancia suma en la agenda de don Felipe, pues se ha convertido en obsesión y, ergo, en alta prioridad, que le reconozca representatividad que no obtuvo en las urnas.
Y es que el Presidente Calderón se sabe débil, espurio y sin representatividad social ni política, aunque haya sido investido de legitimidad jurídica. Pero ésta es sospechosa y cuestionada.
Ese objetivo, si bien es, como se dijo, de prioridad que supondríase estratégica, es superada por otra de mayor interés táctico de las Fuerzas Armadas: localización y destrucción de grupos armados.
O, concretamente, de grupos guerrilleros, pues, acerca de cuyo número y radio de acción geográfica y social --urbana, suburbana, rural y semirural-- el propio Ejército tiene información discrepante.
Esa información discrepante es, por añadidura, inexacta, incompleta y en no pocos casos falsa y obtenida mediante metodologías no muy rigurosas y acopiada sin el atributo de lo fidedigno.
III
Y si eso ocurre en las Fuerzas Armadas en materia de inteligencia, imagínese el leyente la pobre calidad de lo que tienen en su haber las instancias civiles de inteligencia y análisis de lo mismo.
Señálese que ha sido el Ejército el que le ha dado seguimiento sostenido, aunque de baja calidad, a la actividad guerrillera en México. Sábese allí que son de 14 a 23 grupos guerrilleros en México.
Los sedicentes dueños de México --los hombres y las mujeres del poder real-- carecen de una infraestructura de inteligencia para discernir objetivamente el activismo guerrillero, pero intuyen.
Y esa intuición describe una conciencia de que su quehacer depredador --explotar al mexicano y saquear al país sin escrúpulo alguno, empobreciéndonos más y más-- concita resentimientos y odios.
Y los resentimientos y los odios colectivos constituyen,
históricamente, fuerzas motivacionales poderosas de los afanes reivindicatorios y justicieros de carácter social y/o popular.
El objetivo de localizar y destruir grupos guerrilleros reales, imaginados, supuestos o potenciales sitúa a las Fuerzas Armadas en una posición incómoda e históricamente inevitable: reprimir al pueblo.
Mas no sólo es el clandestinaje guerrillero --por definición, de izquierda, por su vena reivindicatoria y revolucionaria--, sino también otro, muy corrosivo: el de la extrema derecha.
Así es. De ello habla el escritor Carlos Montemayor en sus Obras Reunidas, publicadas por el Fondo de Cultura Económica y que fueron presentadas en la Feria del Libro el sábado 3 pretérito.
Ese clandestinaje de derecha extrema es fomentado por el gran empresariado, organizaciones militantes como El Yunque, la propia iglesia católica e incluso ciertos consorcios trasnacionales de EU.
Glosario:
Sedicente: Se aplica irónicamente a la persona que se dá a sí misma tal o cual nombre, sin convenirle el título o condición que se le atribuye.
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