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Pobreza y Riqueza

Fausto Fernández Ponte




I

Decíase ayer aquí que José Luis Barraza González, el saliente operador formal del grupo de presión del gran empresariado mexicano --el Consejo Coordinador Empresarial--, había expresado opiniones acerca de la economía que mueven a ciertas reflexiones.


Señálese que al referirnos a la economía mexicana en realidad nos referimos a la forma de organización económica prevaleciente en México y que también suélese identificar de modo epiceno como modelo económico.


Las reflexiones tienen por premisa mayor que el registro que el gran empresariado tiene acerca de la realidad de México no es el de los demás mexicanos que no son parte, la mayoría, de ese pudiente segmento tan pudiente de nuestra sociedad.


Y es que, como bien diríalo Perogrullo, no es lo mismo ver el bosque desde lo alto que estar dentro de él. El sentir y el parecer del gran empresariado mexicano tienen por lìmites los de sus propios intereses de clase.


Esos intereses de clase son opuestos, por definición, a los de las otras clases sociales, sobre todo las populares que, en la práctica, carecen de poder para influir en el diseño y aplicación de políticas económicas del Estado y el gobierno.


¿Y qué aduce el señor Barraza González desde su muy particular perspectiva de miembro prominente del alto empresariado mexicano que no coincide con la realidad registrada con arreglo a los imperativos del bajo empresariado y, en general, la sociedad mexicana?


Adviértasele al caro leyente, como salvedad, que la sociedad mexicana está conformada por las clases medias --cuya gradación cualitativa y cuantitativa es variopinta-- y, en un sentido más amplio, el pueblo pobre de México.


II


Los intereses de estos últimos estratos no son los del alto empresariado, aunque el señor Barraza González, en sus opiones consignadas ayer aquí, parecía hablar a nombre de todos los mexicanos al expresar sus opiniones.


Opinaba don José Luis: "Al postergar la modernización de la economía y enfrascarnos en la discusión estéril de (que) si debe o no cambiarse el modelo económico, nos estamos conformando con tener crecimientos de 3.0 ó 4.0 puntos porcentuales".


Añadió: "Si continúa posponiéndose la modernización de la economía, cada vez estarán más lejanas las tasas de crecimiento de hasta 7.0 por ciento y con ello la mejoría del ingreso per cápita de los mexicanos".


Estimó que si la economía de México presentara avances del orden del 6.0 ó 7.0 por ciento anual de crecimiento en un lapso de 12 años, se duplicaría el ingreso per cápita "hasta en 17 mil dólares anuales".


Existen, opinó también, temas pendientes, algunos de los cuales, precisó, son los de "la creación de mejores condiciones para las empresas (...) Necesitamos más certidumbre jurídica, por ejemplo, en el ámbito energético".


Otro problema --señaló-- es el de la pobreza, "cuya solución no se dará con programas demagógicos ni repartiendo riqueza sin primero generarla".


Al abordar este tema, don José Luis entró a un territorio minado que denota con nitidez y diafanidad que la percepción de la realidad que tiene el gran empresariado mexicano está determinada por prejuicios arraigados. Estos devienen de la ignorancia.


III


Por ejemplo: el señor Barraza refleja esa estrechez perceptiva de la realidad determinada por imperativos de clase social y en desestimar las fuerzas de la dialéctica de la pobreza y sus manifestaciones.


La pobreza es, primero, un efecto y, luego --en segundo lugar--, una causal secuencial de otros hechos e interacción de factores y vectores cuyos desenlaces contribuyen a perpetuarla perversamente mediante la concentración de riqueza.


Y el señor Barraza González nos dice --en nombre del gran empresariado-- que primero hay que generar la riqueza antes de repartirla, lo cual es una falacia, pues esa riqueza sí se ha generado y continúa créandose. Día a día.


Esa riqueza la crean los trabajadores, al producir plusvalía, de modo que distribuir --no repartir, que es otro concepto-- no es porque no exista riqueza generada, sino porque ésta es apropiada por el empresariado con guisas sofisteras de laya jurídica.


Cierto. El marco jurídico --que don José Luis pugna por modificar aun más a favor del gran empresariado-- es propicio a esa apropiación de la riqueza creada por los trabajadores mexicanos. La apropiación de plusvalía no deja nada qué distribuir.


Esto nos lleva a la forma de organización económica --o el modelo-- prevaleciente, que en México es escandalosamente favorable al gran empresariado que, a la luz de las opiniones públicas del señor Barraza González, no son suficientes.


Es probable que ese gran empresariado logre su propósito de modernización de la economía que entiende como "mejores condiciones para las empresas"; es decir, mayores ventajas para continuar apropiándose de la riqueza creada por otros. Por los pobres.


Glosario:


Diafanidad: De diafano, transparente.


Epiceno: Común.

ffponte@gmail.com



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