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Elvira, Lydia, Nancy y Laura (3)

Fausto Fernández Ponte

I

Descrito que húbose ayer el acervo de méritos de Elvira Arellano para ser la Mexicana del Año 2007 por el Ateneo de Cosoleacaque, trátense ahora los de Lydia Cacho y Nancy Aspilcueta.

Todas y cada una de ellas --como ya se ha dicho reiteradamente-- comparten este reconocimiento a las mujeres de México cuyos afanes personales y/o profesionales de valentía encienden conciencias.

El caso de violación flagrante de los derechos humanos y garantías individuales de la periodista Lydia Cacho ha sido tan difundido que los mexicanos sienten honda empatía como si el drama fuese propio.

Y lo es, en más de un sentido. Los mexicanos lo han hecho propio, por atañedero y por inferimiento válido. La señora Cacho es víctima de una colosal monstruosidad de abuso cínico, por impune, de poder.

Las violaciones premeditadas, alevosas y ventajosas a los derechos humanos de doña Lydia y conculcación de sus garantías constitucionales ponen en duda la validez misma del estado de derecho.

II

Este caso ha sido tan ampliamente documentado y difundido que ha traído a primer plano de atención pública dos fenómenos de insidiosa perversidad y consecuencia corrosiva en la sociedad mexicana:

Uno, la existencia, a nuestro ver creciente, de pederastia organizada en México, práctica a la cual no ser ajenos ciertos representantes de jerarquías altas del poder político y económico.

Y, otro, que los representantes de esas elevadas jerarquías del poder --que incluiríanse las del clero-- se protegen entre sí cuando su quehacer de pederastia organizada es descubierto y denunciado.

Doña Lydia descubrió y denuncio en un libro la pederastia organizada; señaló a sus perpetradores --el empresario Kamel Nacif y el gobernador de Puebla, Mario Marín, entre otros--. Fue perseguida por ello.

Y se ha defendido de esa feroz persecución del poder, con recursividad, simpatía popular y, sobre todo, entereza, presencia de ánimo y valentía, mostrando cuál debe ser la fibra del periodista.

III

Y esa fibra también la muestra Nancy Aspilcueta, directora del trisemanario Razones de Ser, que se publica en Internet en Torreón, Coah., Ha tenido que suspender la edición impresa y un programa de radio.

La periodista Aspilcueta ha sufrido persecución aviesa de personeros mayores del poder local --el de Torreón-- y teme por su integridad física y su vida misma, siendo forzada a exiliarse en Estados Unidos.

Desde ese país, la señora Aspilcueta dirige su periódico --que se distribuye gratuitamente a 25 mil personas--, lo que significa un gran esfuerzo personal y también logístico y empresarial.

Pero así como la señora Cacho --con su libro Los demonios del Edén-- señala rumbos y muestra caminos, doña Nancy, con la brújula de periodista independiente, halla el polo vero del periodismo.

Cierto. La colega Aspilcueta coloca nuevas mojoneras en una vieja frontera, desasiéndose del yugo --el control editorial mediante la publicidad-- que el poder suele imponerle a los medios difusores.

Hay una especie de conspiración oficial --escribe doña Nancy al colega Eduardo Ibarra, director de la revista Forum-- para comprar la línea crítica de los medios difusores o asfixiarlos "hasta que mueran".

ateneodecosoleacaque@gmail.com

Glosario:

Estado de derecho: Estado sometido a la ley, independientemente de que ésta sea buena o mala, justa o injusta.
Logístico: método, organización o medios necesarios para llevar algo a cabo.
Pederastia: abuso sexual que se comete contra los niños. Delito penado por la ley.


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