I Mientras el sentir general no sea, como al parecer es, afín al Gobierno de Facto --surgido de un golpe de poder del grupo de interés abanderado por Vicente Fox para instalar a Felipe Calderón como Presidente-- la Ley Gestapo será --es-- impopular.
¿Por qué? Porque la citada ley --en realidad, conjunto de reformas a los artículos 16, 17, 18, 19, 20 y 21 de la Constitución Política aprobadas el martes por la Cámara de diputados-- va a contrapelo de los intereses del pueblo.
¿Y por qué va a contrapelo de los intereses del pueblo de México? Porque ese mismo pueblo luchó y ofrendó vidas --un millón de ellas de 1906 a 1917-- para que las garantías individuales tuviesen vigencia plena en un estado de derecho humanista.
Ésta reflexión nos lleva a ciertos conceptos clave que habría que descodificar: uno, el de pueblo; otro, el de estado de derecho. Un tercer concepto axial es el del estado de excepción jurídico y sociopolítico prevaleciente en nuestro país.
Añadiríamos otros conceptos nodales:
Por un lado, el de la descomposición moral que persiste y parece crecer en el país y cuyas causales son inadvertidas por el Gobierno de Facto o, si acaso, intencionadamente ignoradas.
Y, por otra banda, el hecho real y, por ello, abrumadoramente insoslayable, de que el Gobierno de Facto carece de un mandato sociopolítico amplio para librar una guerra contra una vertiente del crimen organizado cuyo objetivo estratégico es dudoso.
II Estos enunciados nos hablan con llaneza de que el Gobierno de Facto y, en un sentido más anchuroso, el Estado mexicano mismo, tiene por personeros a individuos incapaces e ineptos en el mejor de los casos y, en el peor, corruptos y traidore al pueblo.
Mas abundemos en los conceptos de pueblo y estado de derecho y, así, en esa vena, abordemos y despulpemos el primero.
La ciencia política define al pueblo como uno de los elementos constitutivos del Estado; es su elemento humano. Se formó en el decurso del tiempo y de la convivencia social. Deviene de un dilatado proceso de adaptación histórica y geográfica.
En ese decurso se forjó una correlación funcional entre los miembros de ese grupo social, creándose la cultura y, a la vez, afináronse las costumbres, se unificó el lenguaje y se ideó la religión, compartiéndose territorio. Se cohesionó al grupo.
El grupo desarrolló fisonomía propia y distintiva; adquirió, en esa secuencia, su ser psicológico. El pueblo, pues, significa la existencia colectiva. Así constituido, el pueblo es una unidad social orgánica determinada por ciertos imperativos:
1) El del espiritu e ideales comunes.
2) Atribución de deberes y derechos políticos en la vida comunitaria e individual.
3) La conciencia de una comunidad de intereses, de que los miembros del grupo son un todo unitario que hace de la pluralidad de personas el eje de su organicidad. Es un todo, no una suma.
III El pueblo es, pues, un sistema estructurado de convivencia, regido por un statu quo legal --el estado de derecho-- que, empero, no suele ser una correlación mecánica. El vocablo pueblo se refiere a la sociedad.
Un pueblo está consciente de su destino histórico. Es al mismo tiempo formación natural --aunque no improvisada ni agregada-- y formación cultural. El vocablo pueblo es un concepto polìtico, necesariamente referido al Estado.
El pueblo es, por lo mismo, el sujeto de la vida política estatal, aunque esa correspondencia no se da inexorablemente. En no pocas ocasiones, la vida política estatal sufre distorsiones y se distancia del pueblo. Ello está ocurriendo hoy en México.
Esas distorsiones tienen muchos orígenes, pero el principal es el de pérdida de coincidencias de intereses. Cuando éstos dejan de ser comunes --lo que ocurre con mucha frecuencia-- el Estado, del cual el pueblo es constituyente, incurre en espuriedad.
Y actúa opuesto a los intereses del pueblo, creando un marco jurídico --un estado de derecho-- a modo para lograr sus fines propios. El Estado deja de someterse al derecho o a la acción omnicomprensiva de la ley. Elimina la autolimitación.
Es decir, limitar el ejercicio del poder de los gobernantes. La Ley Gestapo tiene por fines eliminar esas limitaciones, librando el alcance de normas morales usándose reglas que anulan aquellas. Se rompe leguleyamente lo autolimitante del poder.
Dicho de otro arreo: con la Ley Gestapo se violará legalmente la ley. Se crea constitucionalmente un estado de excepción que desconoce garantías individuales y las prerrogativas de las personas. Es una aberración moral, polìtica y jurídica.
ffponte@gmail.com Glosario:
Despulpemos: del verbo despulpar. Extraer la pulpa de un vegetal o fruta.