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Moraleja Boliviana

Fausto Fernández Ponte


I Las noticias acerca de la secesión de varios departamentos --que en México denominamos estados-- de Bolivia y la eventual partición territorial son conturbadoras, porque son difundidas totalmente descontextualizadas. Es vieja técnica desinformadora.

Técnica goebbelsiana, pues. Y esa técnica desinformadora, desarrollada e instrumentada y utilizada sin pruritos hasta la saciedad es efectiva por ese atributo y también por el monopolio mundial de tecnologías y personas morales de la difusión masiva.

Esos monopolios son, ya lo habrá advertido el caro leyente, propiedad y control operativo de Estados Unidos y paíes europeos. Su uso permite darles un alcance extraordinario a la aculturación como enser o agente de dominación induciendo conductas sociales.

En ese sentido, Bolivia es México y México es bolivia. Son más que coincidencias historicas; son afinidades experienciales y vivenciales. Ambos son países oprimidos, con anhelos telúricos comunes de reivindicación y rompimiento de cadenas.

Los corrientes avatares del noble y leal pueblo de Bolivia conforman, por su contexto, su naturaleza y sus manifetaciones, un acervo de relevancias atinentes para los habitantes todos de Nuestra América y, en particular, para los mexicanos.

Dígase de otro arreo que la experiencia boliviana ofrece moralejas que atañen al pueblo de México y que éste no puede darse el lujo de desestimar o siquiera subestimar, sino incorporarlas a la psique colectiva y encender conciencias.

II ¿Por qué? Porque lo que está ocurriendo en Bolivia podría ocurrir en México, magnificado por los obvios --insoslayables-- imperativos de la geopolítica: la vecindad con EU y la dependencia del Estado mexicano con respecto al estadunidense.

Y es que para todos los efectos prácticos de esos imperativos de la geopolítica, México es coto estadunidense; dígase sin ofender los castos oidos de los eufemistas mexicanos, nuestro país es el proverbial patio trasero de EU.

Y como coto de caza --de saqueo de naterias primas patrimoniales y recursos humanos y plusvalías agregadas, y de explotación de un mercado de consumidores cautivos e inconscientes de su triste condición-- México es arquetipl.

Vero. Arquetipo de una modalidad de dominación imperialista que no por ello deja de exhibir ribetes de un colonialismo novedoso --neocolonialismo-- y sofisticado que, empero, no oculta su feroz y voraz brutalidad. Ésta sofisticación es aviesa.

Empero, la sofisticación --tratados de libre comercio y acuerdos de seguridad, planes e iniciativas de unilateralidad estadunidense, etcétera-- no disfraza el carácter verdadero, real, de la relación bilateral. Es un trato de anexión de hecho.

Esa anexión de hecho es el ápice culminante de una pirámide, la de la cultura del poder estadunidense y, no se diga, en otros países --como España-- que padecen nostalgias de imperios y colonias de otrora, como la Nueva España, despulpadas atrozmente.

II Éste neoimperialismo (o neocolonialismo) tiene por impronta peculiar que los Estados de las potencias imperiales (o coloniales) son hoy instrumentos de un poder supremo, de influencia y alcance sin precedentes.

Ese poder es el que conforman los grandes consorcios trasnacionales, que influyen decisoriamente en el diseño y la aplicación de la política exterior de los Estados sede. La política exterior de EU, España y otros tiene ese sello.


En el caso del imperio estadunidense, su relación con México y Bolivia y otros países en Nuestra América, Africa y Asia es de subordinación de éstos a aquél. Ello determina la condición mexicana de patio trasero de EU.

Los bolivianos, como los cubanos hace medio siglo, y los venezolanos y otros (ecuatorianos, nicaragüenses, por ejemplo) se despojaron, por lo menos con trapío cultural y político, de esa triste condición de patierío tafanario.

Aun antes de que Evo Morales fuese elegido Presidente de Bolivia --en plena campaña de proselitismo paraelectoral--, el gran poder trasnacional y adláteres y afines locales conspiraban contra el leal y noble pueblo boliviano.

No era, adviértase, una conspiración coyuntural cualquiera, sino un modalidad que las ciencias políticas y sociales definen con precisión objetiva y aséptica como expresiones de hegemonismo político para fines de dominación y saqueo económico.

El imperialismo tiene aliados en esa conspiración: la propia oligarquía boliviana y la de países vecinos (Argentina y Brasil) que promueven la secesión --partición y repartición de Bolivia. Imaginemos a México secedido: partido y repartido.

ffponte@gmail.com

Glosario:

Goebbelsiana: relativo a Paul Joseph Goebbels (1897-1945), ministro de propaganda de la Alemania nazi. Autor de la frase: "Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad".

Trapío: aire garboso de algunas personas. Conjunto de velas de un velero. Secesión: separación, apartamiento. Acto de separarse de una nación parte de su pueblo y territorio.

Tafanario: relativo a las partes traseras de algo o alguien.




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