I
En lo que bien pudiere ser su discurso más trascendente --por memorable--, Andrés Manuel López Obrador planteó en la manifestación multitudinaria del domingo 25 las tesis siguientes:
Una, la del imperativo de defender el patrimonio de la nación, dilapidado irresponsablemente por los personeros del Estado mexicano, en particular el del Poder Ejecutivo, Felipe Calderón.
Y, otra, la de la imposponible certidumbre de transformar las estructuras económicas, políticas y sociales de México, como eje central de la defensa y conservación del patrimonio nacional.
Esas tesis conllevan la busqueda jurídicamente metódica y el hallazgo, políticamente identificado, de objetivos estratégicos de conservar para nosotros un país que nos está siendo arrebatado.
Así es. Nuestro México es cada día menos nuestro. Lo habitamos, pero pagamos por ello, como si nos lo alquilaran como inquilinos quienes se ostentan ante nosotros como los nuevos dueños.
Esos nuevos dueños son, por un lado, los oligarcas mexicanos --cuyo icono emblemático es Carlos Slim-- y, por otro, los grandes consorcios trasnacionales de Estados Unidos y España principalmente.
Tal es el poder de los oligarcas mexicanos y los consorcios trasnacionales que han establecido en México una plutocracia --gobierno de los ricos--que exhibe su vera laya con cinismo ofensivo.
Esto nos lleva a abrevar, como método, en la historia, acertadamente llamada la ciencia de todas las ciencias y explicadora con diafanez los avatares del desarrollo del mexicano como ser social.
II
Cierto. Bástele al caro leyente, doquiera que esté situado cultural y en la sociedad, dar un vistazo a nuestra historia para liberar su conciencia de los grilletes de la cultura que induce su conducta.
Trátase, abúndese en el tema, de la conducta colectiva, inducida con arreglo al empleo, por parte de los dueños del México de hoy de sofisterías metodológicas de los medios de control social.
Uno de esos medios es, ya lo habría adivinado usted, la iglesia, como expresión mercantil de la religión organizada simultáneamente como herramienta de dominio y de modus vivendi, como negocio, pues.
Otro medio de control social es el andamiaje filosófico, ideológico y político de la educación pública que, en México, es hoy un quehacer privado, ejercido como un negocio pingüe en términos crematísticos.
Y un tercer medio de control social es, desde luego, el que conforman el aparato de difusión colectiva o para las masas dominado, precisamente, por quienes se nos muestran como propietarios de México.
Luego están las Fuerzas Armadas, enser utilísimo de la oligarquía --y la plutocracia, por supuesto-- para la coacción y, como estamos viéndolo ahora con elocuente nitidez, para la represión.
Así es. Mediante esos mecanismos, los espurios dueños de México ejercen un enorme poder represivo de las ansias populares de liberación de la conciencia social y recobro reivindicador de fueros.
Ese enorme poder represivo es cualitativamente mayor que el ejercido en el siglo XIX (y los que le precedieron desde la Conquista) por quienes se han ostentado falsamente como dueños de México.
III
En el continuum de la historia, esos nuevos dueños de México no son diferentes de quienes poseían este país gran parte del siglo XIX y, aun antes, durante los años del virreinato de la Nueva España.
Mas fue en el siglo XIX que esos nuevos poseedores de México y usufructuarios de sus riquezas y perpetradores del brutal saqueo se enfrentaron, como ahora, la oposición del pueblo.
Y para vencer a esa oposición, los dueños del México de entonces hicieron la guerra al pueblo --por definición pobre, por sometido y opreso-- durante casi todo ese siglo.
En ese intento de desasirse del yugo, el pueblo mexicano --en la uñidura jurídica y política de la Nueva España-- se alzó en armas e inició una larga guerra por su independencia.
Y es que esa guerra, en el formalismo histórico, duró 14 años, en realidad no ha cesado. Ello confirma la naturaleza del continuum. La fuerza moral y emulativa de la continuidad histórica.
Esa fuerza es la que mueve hoy a millones de mexicanos que han abanderado al señor López Obrador en pos de la devolución de su país, sin caer en la tentación y provocaciones de la violencia callejera.
Hoy, a diferencia del siglo XIX y gran parte del XX, el pueblo exige esa devolución pacíficamente, pues la estructura represiva de los dueños usurpadores de México es perversamente más eficaz.
Antes eran el machete, la hoz, la fisga y el palo del pueblo frente al sable, el mosquete y el cañón de los detentadores arrogados del país. Hoy la represión es más insidiosa, sofisticada. Y más brutal.
Glosario:
Diafanez: Relativo a diáfano. Claro, limpio.
Pingue: Craso, gordo, abundante, copioso, fértil.