Represión
Fausto Fernández Ponte
I Para no pocos mexicanos, las babeantes y hediondas fauces del monstruo de la represión --hija de la intolerancia-- a quienes por motivos de carácter variopinto discrepan y/o se oponen al estado de cosas establecido son una realidad insoslayable.
Esa realidad es brutal: 50 millones de mexicanos viven en la pobraza y otros 20 en la pobreza extrema --la miseria, pues-- y ello nos habla de una aberrante concentración del ingreso y, por ende, de la riqueza de la nación en unos cuantos.
No huelga trillar en el tema: emblemático de esa brutalidad es el hecho de que el hombre más rico del mundo sea un mexicano, Carlos Slim, y que entre los individuos más pobres del planeta se incluyan a millones de mexicanos. ¡Qué contraste tan lacerante!
Menciónese que el señor Slim vive en un palacio, inaccesible e inalcanzable, en tanto que millones de sus compatriotas perviven en casas improvisadas de cartón o en cuevas incluso y sin servicios públicos básicos ni acceso a prestaciones sociales.
Y quienes tienen conciencia de esa realidad e intentan activamente transformarla son vistos por el poder formal --el del Estado y, obvio es, el Gobierno, como representante de aquél-- como un riesgo, si no es que un peligro, a su seguridad.
II Así, la oposición social de naturaleza política, civil o armada, al margen del orden establecido o tangencial con respecto al círculo del poder formal es reprimida por la fuerza. ¿Razones? Exiguas: la seguridad del Estado o la de la élite que gobierna.
Se reprime, pues, la oposición al statu quo de desigualdad, injusticia, iniquidad y, sobre todo, a quienes --millones de compatriotas-- truecan la pasividad cívica del mexicano por un activismo político que a veces traspone umbrales de lo civil.
Tal es el caso de los grupos guerrilleros que por ahora, sábese, proliferan en México y que al parecer tiene desconcertados a los personeros principales del Estado y, desde luego, del Gobierno que preside Felipe del Sagrado Corazón de Jesùs Calderón Hinojosa.
El Presidente Calderón --la constitucionalidad de su investidura no lo exime de su cualidad de mandatario espurio-- ha instruido a las instancias coactivas del Estado del cual es jefe salirle al paso a esas manifestaciones de riesgo a la seguridad estatal.
Y esas instancias se han dado a la tarea por ministerio presidencial. Esas tareas se realizan con arreglo a ciertos cánones jurídicos y, a la vez, con arreglo a determinadas prácticas obrepticias como atajos convenientes para lograr el objetivo buscado.
III Y el objetivo buscado es identificar con la mayor precisión posible quiénes son aquellos mexicanos que, poseídos por una conciencia de su realidad, se oponen a ésta y realizan sus actividades polìtcas para modificarla.
Las prácticas obrepticias son la pesquisa discreta --espionaje--, la detención (secuestro, técnicamente) ilegal de sospechosos, la tortura y las desapariciones cuya autoría se atribuye documentadamente a agentes oficiales y oficiosos del Estado.
Ante ello, no en vano Amnistía Internacional y otras organismos no gubernametales y otros oficiales --como ciertas comisiones de las Organización de las Naciones Unidas-- sitúan al Estado mexicano como un violador contumaz y sistémico de derechos humanos.
Se reprime con ferocidad en la vía pública (Oaxaca) y se reprime bajo las sombras y en los claroscuros de la oficiosidad policiaca y militar, aunque en lo oficial ello no suceda. Formalmente, el Estado no tortura, no desaparece ni secuestra.
Pero los hechos demuestran otra cosa. La represión del Estado cobra formas grotescas y se extiende, incluso, al ámbito de la difusión de las noticias que genera la oposiciòn política y las ideas, como se vio en el caso de José Gutiérrez Vivó.
ffponte
Glosario:
Contumaz:
Obrepticias: subrepticias.
Sistémico: por sistema.
Statu quo: estatus. Estado en qle están las cosas.
Truecan: del verbo trocar: Intercambiar.