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El Mensaje de Juan Pérez


Fausto Fernández Ponte
18 de junio de 2006


I

Acúsase desde aquí recibo de los mensajes de varios caros leyentes enviados a este escribidor durante una ausencia de fin de semana al sureste de México para dictar conferencias.

Así, tomamos nota de los mensajes de los leyentes Harry Gayner, Elisa Blanchet, Fernando Morales, Cecilia Cevallos, Aracely Solano Ortiz, Violeta González y Reyna Arenas.


Los mensajes tienen por denominador común un embaste de inquietud, si no es que preocupación y franca conturbación, por la lacerante realidad nacional y el desenlace electoral.

Y ese tema es, precisamente, el meollo conceptual vero de las pláticas de este escribidor en el sureste. A todos preocupan, en mayor o menor grado, la suerte de México.

A reserva de reproducir en las siguientes entregas parte de los mensajes de los leyentes, abordaremos hoy un aspecto del proceso electoral atañedera a nuestra angustia común.

Entremos en materia. Víctor González Torres, doctor Simi, pide a la ciudadanía --emblematizada en el raso genérico Juan Pérez-- votar por él, escribiendo su nombre en la boleta.

Eso no es nuevo ni innovador, argüiría el caro leyente. Hace lo mismo que todos y cada uno de los cinco postulados por los partidos. Que Juan Pérez vote por uno de ellos.

II

Y Juan Pérez --o si el leyente lo prefiere, Juan Ciudadano-- votará no sólo por uno de los cinco candidatos de los partidos, sino por una miríada de otros postulantes.

Y es que en adición a esos cinco adalides de los partidos identificamos, desde luego,a don Víctor, así como a una miríada de otros, incluyendo al insurgente Marcos.

Empero, existe una diferencia cualitativa muy acusada y, por evidente, notoria, entre don Víctor, por un lado, y los demás candidatos, tanto los formales como los informales.

Don Víctor no es un candidato postulado por partido político alguno. Tampoco financia su campaña de proselitismo electoral con los impuestos que pagamos al Fisco.

Don Víctor financia con recursos propios el derecho constitucional a ser votado. Sus afanes proselitistas no representan carga financiera a ningún ciudadano.

Y allí reside la contribución de este personaje singular al desarrollo político de México. Es una aportación de indudable didascalia. De calidad didáctica. De ejemplo moral.

Juan Pérez tiene ante sí una lista muy elongada de candidatos: todos y cada uno de los 73 millones de ciudadanos cuyos nombres figura en el padrón electoral.

Juan Pérez puede votar por él mismo, por su compadre, por su vecino, por su jefe o por su esposa o por quien le de la gana. Su voto será contado. Será estadística fiel, pues.

III

Y de la estadística fiel se desprenden registros fedatarios e interpretaciones de la realidad, deviniendo en herramienta de historicismo. Que nos caiga el veinte.

En ese sentido, esos votos tendrán una condición insoslayable de validez moral, aunque dados los aberrantes convencionalismos leguleyos del sistema anule su valor.

Eso quiere decir que la anulación afectará los votos emitidos por Juan Pérez en contra de los candidatos formales. No influirán en el discernimiento de un triunfador.

Pero la validez moral no reside sólo en el destinatario del voto, sino en la acción de acudir a una casilla, escribir el nombre de aquél en la boleta y depositar ésta en la urna.

Esto nos lleva a la solicitud del señor González Torres a Juan Pérez de que vote por él: ratificar el sentir de que el putrefacto sistema político tiene que ser reformado.

El IFE --en realidad, el poder de las élites-- no podrá ignorar que es un sentir popular expresados en millones de votos al doctor Simi y otros. Sería suicidio ignorarlo.

Ese es el mensaje sin leonerías de Juan Pérez al poder. "Respeten mi sentir y mi parecer y mi voluntad", es el enunciado del ciudadano. Es un enunciado galvanizador.

Por ello, preconizamos aquí votar, aunque no por los candidatos formales. Votar es la vía menos ralentizadora para enviar mensajes de desaprobación contundentes al poder.

ffernandezp@prodigy.net.mx

Glosario:

Caiga el veinte: Metáfora de comprensión de la realidad. Acuñada en los cincuenta y sesenta: Los teléfonos públicos usaban monedas de veinte centavos de peso. Luego de introducida en una ranura, la moneda caía a un depósito en el aparato telefónico y activaba un mecanismo que abría la línea.

Didáctica: Pertenciente o relativo a la enseñanza.
Didascalia: Enseñanza. Instrucción.
Embaste: del verbo embastar: Hilvanar costura de puntadas largas.
Galvanizador: De L- Galvani, médico y físico italiano
(1737-1789). Electricidad producida por una acción química.
En biología, producción de fenómenos fisiológicos mediante corrientes eléctricas.
Leonerías: Bizarrías. Bravatas.
Putrefacto: Podrido. Corrompido.
Ralentizador: Del verbo ralentizar: Lentificar. Lentitud.


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