I
Varios son los hechos y sucedidos corrientes que, objetivamente discernidos, estrujan el ánimo nacional y conturban no sin causar angustia colectiva a los mexicanos o, al menos, al grueso de habitantes de nuestro país.
Hágase la salvedad, por pertinencia, de que millones de mexicanos parecen no registrar la ocurrencia de hechos y sucedidos preocupantes y optan por no mostrar conciencia de ello. Tal vez sea éste un mecanismo de defensa de la psique social.
Pero es, sin duda otra causal adicional de estrujamiento de nuestro ánimo y de conturbación y angustia social. Tal indiferencia sería la secuela de otros fenómenos corrosivos: la eficacia de los medios de control social para fines de opresión.
Esos medios de control social son el monopolio de ciertas vertientes del poder formal y fáctico, que los utiliza para fines de inducción de conductas colectivas cuyo propósito es precisamente el de editar que tomemos conciencia de nuestra realidad.
Y esa realidad es la de que los mexicanos vivimos en un entorno sociocultural y socioeconómico y político de opresión. Somos sujetos cautivos y, por tanto, cómplices por omisión de nuestros propios males y desgracias.
Una consecuencia de esa realidad --la de la opresión en sí misma y en nuestra conciencia con respecto a ella-- es la polarización ideológica y política y diríase también que cultural y material. Los mexicanos estamos divididos peligrosamente.
II
Estamos, pues, los mexicanos en bandos opuestos, situados en unas antípodas que tienen expresiones perversas: por un lado, la desigualdad económica y la injusticia social son abismales y nos separan con arreglo a los imperativos de clase social.
Por otro lado, la separación en términos filosóficos y sus desprendimientos en cuanto a ideologías y afanes en lo político. Al estar situados en polos antagónicos el potencial de desmembramiento es colosal.
Ese peligro de desmembramiento trasciende el confín demográfico y cultural y accede, al parecer inexorablemente, a un estadio de desintegración física de México, para corresponderse con la existencia vera de varios méxicos.
Así es. El México pobre --el mayoritario-- es un verismo antropológico y sociológico insoslayable que ofrece, inclusive, desafíos que antójanse insuperables dada su enormidad y sus complejidades estructurales y hasta superestructurales.
El México situado en el otro extremo, el de la minoría --la élite-- conformada por personeros (dueños espurios del país y sus operadores) los poderes fácticos que dominan y utilizan para sí al poder formal el del Estado.
Abúndese a título ilustrativo en el tema: dos manifestaciones del uso del poder formal por el poder fáctico son la Ley Gordillo y el monopolio comercial y especulativo cuyo propietario visible es Carlos Slim, el segundo hombre más rico del mundo.
III
¿Aberraciones? Por supuesto. Pero las aberraciones tienen carta de naturalización en tornos y contextos de la realidad como la que existe brutalmente --por descarnada, impune y cínica-- en México. No es la ley del más apto, sino la del más pillo.
Y esa variante monstruosa de un darwinismo desviado --el de la ley del más pillo-- tiene una consecuencia aún más terrible que la descrita: las fuerzas siniestras del oscurantismo histórico realizan actos de revanchismo de altísimo riesgo para México.
Cierto. Esas fuerzas del conservadurismo histórico mexicano --por definición intolerantes, mesiánicas y antosociales-- han recobrado fueros y poderes y han aterrizado en una cultura de la reivindicación revanchista.
Tales fuerzas han logrado la vida nacional por artes de birlibirloque de la simulación democrática y en alianza con el imperialismo que representan los grandes consorcios trasnacionales de Estados Unidos y España. Han salido de las sombras y la penumbra.
Esta aserción se verifica así misma en el incidente del uso del vestido de la participante mexicana en el concurso de Miss Universo. El vestido tiene motivos que aluden a heridas de nuestra historia que aún sangra: la guerra de los cristeros.
No dúdase que de estas heridas emana sangre porque la Iglesia católica --la religión organizada para el poder y los negocios-- se beneficia de ello, alejándose de su misión de intermediar entre el creyente y Dios y representar a éste en la tierra.
Expulsada del poder terrenal o material --económico y político-- durante el luminoso periodo del juarismo en el siglo XIX, la Iglesia, adalid del conservadurismo retrógrado, va por la revancha. Va por todo.
Glosario:
Antípodas: Que se contrapone totalmente a otra cosa o persona.
Birlibirloque: Ladrón, el que hurta o roba.
ffponte@gmail.com