Debate Antidebate
Fausto Fernández Ponte
7 de junio de 2006
I
Con vocación maniqueísta, al parecer irrepresible, cinco de los seis candidatos a Presidente de la República acudieron a un encuentro al que inapropiadamente se le denominó debate.
Antes de proseguir, permita el caro leyente señalar que en el debate fue excluido el sexto candidato, Víctor González Torres, doctor Simi, quien contiende por la Presidencia.
Señálese que la participación del doctor Simi en la puja electoral le ha sido escamoteada mediante falaces formalismos leguleyos por el Instituto Federal Electoral.
Pero es candidato, pues realiza, por lo pronto, una campaña de proselitismo para obtener votos el día de la elección, dentro de 24 jornadas, el 2 de julio próximo.
Y es que la candidatura de don Víctor es una realidad insoslayable, aunque los exégetas del IFE desestimen tanto el espíritu como la letra de la Constitución y la ley electoral.
Esa exclusión define, por sí sola, la verdadera naturaleza antidemocrática de la forma de organización política vigente. Un entorno democrático real no es excluyente. Lo opuesto.
Pero volvamos, pues, caro leyente, al tema del equívoco de llamar debate a lo que no fue. Convergieron en un estudio de televisión cinco candidatos para una reunión sociable.
II
Y sociable fue, no obstante las rudas descalificaciones de Felipe Calderón en agravio de Andrés Manuel López Obrador y las respuestas de éste a las acusaciones de aquél.
Ello determinó el encuentro, degradándose cualitativamente éste desde que don Felipe abrió con alusiones negativas al papel de don Andrés Manuel como jefe de gobierno defeño.
Por ello, el debate fue, en realidad, un antidebate. De lo que hablaron esos dos personajes fue, de hecho, irrelevante. Exhibieron a un candidato Calderón dado a descalificar.
Mas no fueron los señores Calderón y López Obrador quienes contribuyeron a la caída de la definición semántica de lo que es un debate, sino también los otros candidatos.
No debatieron tampoco Patricia Mercado, Roberto Campa y Roberto Madrazo. Expusieron algunas ideas al estilo de la presentación y enunciado de propuestas y objetivos.
Cierto. Cada uno --incluyendo los señores López Obrador y Calderón-- se dedicó, pues, a hacer proselitismo barato y, por ende, burdo desde el atril. No se debatieron ideas.
Esto nos lleva al significado del vocablo debate, que registra al hecho de debatir. Y debatir es, el diccionario lo dice, altercar, discutir, contender, disputar sobre una cosa.
Pero más allá del equívoco deliberado en la denominación de ese encuentro entre candidatos, lo que sobresale es la vaciedad de ideas, de propuestas y de planes de gobierno.
III
Quizá, de los candidatos participantes, quien sabría qué hacer si elegido Presidente sería don Andrés Manuel, porque es el único con experiencia real como gobernante.
Con cualquiera de los otros candidatos participantes en el pseudo debate del martes los mexicanos veríamos al Presidente invertir su tiempo en aprender a gobernar. Como Vicente Fox.
Y no hay tiempo para eso. Para aprender a ser Presidente bajo la investidura. No podemos permitirnos ese lujo. En seis años, el señor Fox no ha aprendido todavía a gobernar.
Salvo ese atributo de la experiencia como gobernante de don Andrés Manuel, ninguno de los cinco participantes preconiza cambios a fondo de la estructura del poder.
Al abordar el tema de la reforma del Estado, todos coincidieron, causando la impresión de que están a favor de colocarle parches atenuantes al enfermo que curarlo.
Y curación es lo que exige a gritos este país. Trocar el modelo económico actual por uno nuevo, a partir de nuestras propias experiencias históricas y nuestra idiosincrasia.
Ninguno expuso el imperativo imposponible de ordenar bajo otra modalidad y guisa las relaciones de producción y crear una nueva correlación de las fuerzas productivas.
Los cinco candidatos participantes tienen un denominador común: están a favor de más de lo mismo, pero con variantes que resaltan que preferirían la forma por el fondo.
ffernandezp@prodigy.net.mx
Glosario:
Exégeta: persona que interpreta o expone un texto.
Leguleyo: persona que hace gestiones ilícitas en los juzgados.