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El ¡No!

Fausto Fernández Ponte

I La democracia --concepto y doctrina, teoría y práctica-- tiene un sincretismo experiencial definitorio e incluso identitario: se obtiene el derecho legítimo a gobernar sólo si se reconoce el sentir y el parecer de los gobernados.

Al través de ese prisma es como se registra, a nuestro ver, la consulta realizada el domingo 27 --hace un par de días-- en el Distrito Federal y nueve entidades adheridas a la Federación de Estados mexicanos unidos.

La consulta, como bien sabríalo el caro leyente (aunque no huelga reiterarlo) tuvo por propósito conocrt el sentir y el parecer de la ciudadanía acerca de las propuestas del Presidente de Facto, Felipe Calderón, para privatizar la renta petrolera.

Por renta petrolerìa --cabrìa precisar-- entendemos el usufructo monetario particular de un bien patrimonial de todos los mexicanos, así como la plusvalía (o riqueza) creada por la fuerza de trabajo.

Patrimonio y plusvalía son apropiadas ilegalmente por unos cuantos particulares mexicanos y extranjeros mediante varias modalidades: las de la explotación premeditada, alevosa y ventajosa de recursos patrimoniales ajenos y la corrupción.

En ambos casos --provecho inmoral y sin ética y corrupción delincuencial de bienes de la nación y de la sociedad o el pueblo de México-- el fenómeno es un enunciado fiel de la cultura del poder en México, con filosofía y dialéctica propias.

II Esa cultura del poder en México es, por definición, de lesa humanidad o lesa mexicanidad. Traiciona la representación social misma del poder y, a la vez, traiciona la confianza e intereses del pueblo mexicano. Esa es la vocación del poder en México.

Y, secuencialmente, ante los propósitos veros del poder en México el ejercicio de éste acusa espuriedad, más allá de las formas o modalidades de cómo se haya alcanzado, que en el caso ocurrente fue el del fraude electoral del 2 de julio de 2006.

Ello y no el fraude define la condición espuria de quien fue investido mandatario el primer día de diciembre de ese mismo aciago año de 2006. Dado ese comportamiento de quien ejerce el poder, la espuriedad se confirma día con día.

Una confirmación de la espuriedad es precisamente la de realizar acciones de política ajenas al sentir ciudadano y carentes de la autorización social que el marco constitucional establece. Vender lo ajeno como propio es delito gravísimo.

Ello tiene una metáfora de cultura vernacular que identifica los imperativos del mercantilismo, de por sì inmoral: el hombre que le vendió a otro la emblemática torre Eifel. En el caso, los dueños de la torre --los franceses-- no sabían de la operación.

Pero aquí, los dueños del petróleo --y su torre, la de la empresa Petróleos Mexicanos-- sí sabemos de la venta fraudulenta de nuestro patrimonio por parte de un gobierno espurio instalado no por nosotros los ciudadanos, sino por 39 clanes familiares.

III Empero, quien habría conprado la torre Eifel no era un postor avisado, a diferencia de quienes pretenden adquirir nuestro petróleo, los consorcios trasnacionales de Estados Unidos y España, notorios por su acumen rapiñador y voracidad ilimitada.

Esos compradores --los consorcios trasnacionales-- exigen garantías jurídicas, las constitucionales nada menos-- y para lograrlas usan un método que es por probado infalible: corrompen a un Presidente de la República y a no pocos senadores.

¿Y cómo los corrompen? Comprando su voluntad instalándolos en el poder --toda la gloria sexenal para ellos-- como ocurrió con el Presidente de Facto. A los senadores, el método tiene variantes: se les maicea, a tanto por voto a favor en el Senado.

Por esos entresijos se filtró la propuesta del PRI --la del senador Manlio Fabio Beltrones, zumbonamente motejado "Don Beltrone" como asociación al célebre personaje de Mario Puzo, "Don Corleone", "capo di tuti capi"-- y escapar de la consulta.

En efecto. La propuesta de venta de nuestra torre Eiffel --la privatización petrolera de Don Beltrone-- no fue consultada; la que se consultó fue la del Presidente de Facto. Rejuego de sofismas y trucos mentales e ilusionismo. ¿Dónde quedó la bolita?

Pero los ciudadanos consultados se anticipan a esas argucias de Don Calderone --capo muy aminorado-- y Don Beltrone. El mensaje de los consultados fue rotundo: no a la privatización y, por inferimiento válido, "descubrimos su intentona de engaño".

Es un aviso. "Descubrimos su juego", enuncia el saldo de la consulta. El "no" tajante de la ciudadanía en el DF y esos nueve estados exhibe al Gobierno de Facto. La consulta es la puja entre un poder espurio y la sociedad civil, ariete del pueblo.

ffponte@gmail.com


Glosario:

"Capo di tuti capi": en italiano, capo de todos los capos.
Maicear: acción de dar maíz a pollos, cerdos, etcétera.
Repiñador: que rapiña.

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Periodismo y Desempleo

Fausto Fernández Ponte


I El desempleo en México no suele representarse con fidelidad en las estadísticas oficiales --las del Estado--, por lo que la fehacencia del fenómeno se sustenta principalmente sobre una base de vivencias personales o gremiales.

Éstas, empero, son más confiables que el registro estadístico aunque carezcan del atributo del rigor metodológico y resulten principalmente de discernimientos en la lógica aristotélica de los inferimientos válidos a partir de premisas experienciales.

Así, la realidad --por lo menos en México-- se nos ofrece subjetivamente; es decir, vemos sus representaciones totales o parciales pero no la realidad misma ni sus componentes ni cómo éstos actúan entre sí, en lo interno, y con lo circundante.

Sin embargo, ante estadísticas sospechosas --que supondríanse expresión del método cientìfico de la demostración verificadora--, el acervo vivo de experiencias adquiere visos de infalibilidad, con márgenes de error explicables o justificables.

Por ello, es convicción general de que el desempleo en México tiene registro infiel, pues no descubre ni mucho menos consigna la cotidianidad de la desocupación laboral y sus corrosivas secuelas en el tejido económico y, sobre todo, social.

Dado ello, el telón de fondo de la estadística laboral --a partir de un contexto referente centrado en la figura de la población económicamente activa-- refleja verismos aproximados. Ergo, la definición del desempleo es mutante y relativa.

II Gremio por gremio, el desempleo es ostensiblemente dramático; es decir, alcanza el atributo de la espectacularidad, a partir de definiciones que devienen del empirismo vivencial de cada quien. Hay desempleo y hay desocupación, según definiciones personales.

Mas fuere cual fuere la definición identificatoria, no semántica, del desempleo y/o desocupación, los paradigmas para discernir y dar fe del fenómeno en México es vivencial más que de padrón censal. Es tangible. Los gremios lo padecen severamente.

Y el gremio de los periodistas --y, epicenamente, los trabajadores de los medios de difusión-- refleja con creces ésta realidad socioeconómica tan lacerante, aunque la interpretación del fenómeno trascienda, como trasciende, el ámbito laboral.

Vero. El gremio periodístico y, dígase también que el gremio de los medios difusores, padece no sólo desempleo extremo, sino también degradación salarial y en la calidad prestacional del empleo. Subsiste en la inseguridad casi total y en incertidumbre.


De hecho, para los periodistas de reciente acceso al mercado laboral y los de viejo cuño se ha llegado al extremo monstruoso, por aberrante, de recibir bajos salarios y tener malos empleos y también vivir la contradicción: pagar por trabajar. Por publicar.

Los medios de difusión de contenidos periodísticos privilegian la producción intelectual gratuita y, como agravante castradora, bajo el imperativo de que ese esfuerzo del intelecto y la mano de obra --oficio o experiencia o prestigio-- sea censurado.

III Y es que a la explotación del periodista, de por sí perversa pues crea plusvalía para empresarios voraces de dinero y ambiciosos de un poder que ejercen para amasar fortunas de origen dudoso, se agrega otra acción de violencia socioeconómica.

Sí. Violencia socioeconómica y, a la vez, indigno y humillante, atentatorio contra un derecho humano fundamental: someter a censura sistémica (y sistemática, añadiríase) el trabajo intelectual que enriquece a quienes los difunden.

Desempleo y/o desocupación son rampantes en el gremio de los periodistas (afín, reitérese, a otro gremio, el de los trabajadores de los medios difusores), con estragos dramáticos en estratos societales cruciales, los de la comunicación social.

Las causales de ese fenómeno en el gremio periodístico son ciertamente socioeconómicas, pero también son síndrome ominoso y conturbador: usar la difusión como medio de control societal, conformando una conducta colectiva única, del pensamiento único.

De eso se trata. Desempleo y/o desocupación y la explotación laboral impune y cínica reflejan en el gremio una realidad macrocósmica de crisis nacional que, en su turno, exhibe lo inviable que es la forma de organización económica dominante.

Esa inviabilidad es brutal: crea desempleo, inseguridad, incertidumbre, esclaviza --por explotación-- el esfuerzo laboral y sitúa al individuo en una trampa opresiva de la cual no puede escapar con los recursos convencionales de lucha política.

Estímase informalmente que en el gremio de periodistas el desempleo y/o desocupación se representa así: de cada cien periodistas, sólo 45 tienen empleos. Y de esa proporción porcentual --45 por ciento--, pocos están pagados decorosamente.


Los gremios están en crisis aguda, de magnitud épica, heroica diríase; el de los periodistas refleja exponencialmente ello. Le rubro económico --empresarial-- de la difusión tienen, sin duda, su propia crisis, pero atenuada por la complicidad con el poder.

ffponte@gmail.com
Glosario:

Épica: perteneciente a la epopeya o a la poesía heroica.
Exponencialmente: aumento cada vez más rápidamente del crecimiento.
Síndrome: conjunto de síntomas característicos de una enfermedad.




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