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Los Motivos de don Felipe

Fausto Fernández Ponte




I


Felipe Calderón, a quien Porfirio Muñoz Ledo suele calificar de El Breve por razones que antojaríanse obvias, ha demostrado durante su gira europea una carencia de sentido común y prudencia.


Cierto. En Davos, en el Foro Económico Mundial don Felipe se confrontó con Luiz Inácio Lula da Silva y con otros mandatarios latinoamericanos ausentes, como Evo Morales y Hugo Chávez.


El Presidente Lula salió en defensa de los ausentes --los señores Morales y Chávez-- y demostró, no sin firmeza, que las críticas y calificativos del mandatario mexicano estaban fuera de lugar.


No huelga señalar que el Presidente de México --a quien millones de sus compatriotas consideran espurio y pelele de intereses ajenos a los del pueblo mexicano-- quedó en ridículo por su facundia.


Así fue. Quedó en ridículo, añadiríase, por su cortedad de miras, su pequeñez política y su brevedad intelectual para trascender como estadista y dejarse llevar por imperativos ideológicos estrechos.


¿Qué movió al señor Calderón a incurrir en esos yerros de elemental descortesía, falta de tacto político, ausencia de sentido político y descontrol de sus propias emociones y convicciones?


Ese comportamiento del titular del Poder Ejecutivo de México sorprendió a no pocos mexicanos y, a extramuros de nuestro país, sorprendió también a otros jefes de Estado y de Gobierno.


II


Mas no sólo fueron los homólogos de don Felipe los sorprendidos, en la particular los de Nuestra América, sino también los dueños y operadores del capital --el poder real-- mundo presentes en Davos.


¿Qué clase de hombre es este personaje que representa al estado mexicano? ¿Qué clase de individuo pierde el control de sí mismo de esa guisa tan peligrosa y pone en riesgo los intereses de México?


¿Qué le hicieron al señor Calderón los presidentes Lula, Chávez y Morales y, por inferencia, los demás mandatarios de Nuestra América identificados también reivindicadores de la soberanía de sus pueblos?


En ello reside, precisamente, el enigma de la conducta de don Felipe. No fue provocado con insultos o alusiones sesgadas por ninguno de ellos. Se puede decir que han respetado al mexicano.


¿Estaría el Presidente Calderón bajo el efecto de alguna droga, como le ocurría a su predecesor, Vicente Fox, cuya dependencia del Prozac le restaba lucidez y cometía desatinos garrafales?


Esto nos lleva a formularnos una pregunta incómoda para todos los mexicanos y, en particular, para quienes votaron por el señor Calderón y le otorgan aun el beneficio de la duda: ¿Estaba sobrio?


La pregunta no es gratuita ni surge de la nada. Don Felipe tiene fama, desde que fue diputado por segunda ocasión, de perder el control de sí mismo bajo los efectos de bebidas espirituosas. No es, nuevo.


Y aun sobrio, perder el control de sí mismo suele ocurrirle con frecuencia a nuestro Presidente. Se enoja fácilmente. Su capacidad para la tolerancia es muy baja. Es, diríase, un individuo enojón.


III


Ello, como supondríalo el caro leyente, lo lleva a actuaciones de soberbia --imprudentes, viscerales, egoístas y de despecho e inclusive de odio-- que se traducen, posteriormente, a cierta contrición.


Pero contrición no implica necesariamente arrepentimiento. Alguien contrito lamenta las consecuencias de sus actos, mas ello no implica que esté arrepentido. La soberbia prevalece. Preside la conducta.


Sin embargo, pensaríase que los móviles de don Felipe para situarse como ariete contra los vientos de reivindicación de soberanías que corren por Nuestra América obedecen a una lógica política. Podría ser.


Las provocaciones del señor Calderón a sus homólogos Lula, Chávez y Morales se insertan en la declaración de los partidos políticos demócratacristianos de Nuestra América de conquistar el poder.


Y, para ello, una táctica típica de la derecha ideológica es la de denostar y desacreditar a los partidos políticos de izquierda, sus candidatos y sus gobernantes, sembrando inquina y odios fraticidas.


La táctica demostró ser muy efectiva en México. Las campañas de odio han polarizado al país y los mexicanos estamos divididos. A esa polarización contribuyó también el fraude electoral del 2006.


Otro móvil posible de la actuación del señor Calderón en Europa --también visitó Inglaterra y España-- es el convertirse en sicario golpeador del Tío Sam. Recordemos que golpear es vocación yunquista.


Glosario:

Espirituosas: Dícese de lo que exhala mucho espíritu; como algunos licores.

Facundia: Afluencia, facilidad en el hablar.

Yunquista: de El Yunque, organización fascista y de choque del partido (de) Acción Nacional y la gran derecha mexicana.








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Calderón en Europa


Fausto Fernández Ponte



I


El viaje de Felipe Calderón a Europa no fue de apoteosis ni de apogeos, sin lo opuesto. Hubo rechazos y repudios públicos y, desde luego, de perigeos. Hubo, además, confrontaciones estériles. Inútiles.


Don Felipe llegó al viejo mundo con un bagaje fardoso que hízose más pesado conforme transcurrieron los días: la carga de su espuriedad y de obvio secuestro por parte de intereses ajenos a los de México.


A esa carga el propio Presidente había añadido otro tanto: la represión contra el pueblo de Oaxaca, con su triste saldo de 20 muertos, 470 heridos y otros tantos encarcelados.


A los encarcelados se les vejó de manera brutal. De la vejación, de por sí humillante, súpose por los propios policías que las cometieron, jactándose de la comisión impune de las afrentas a los detenidos.


Eso se lo recordaron a don Felipe mediante pancartas y gritos en plantones en Berlín y Davos. En Alemania, las autoridades suspendieron una reunión del señor Calderón con empresarios.

En Suiza, el señor Calderón incurrió en actos que hicieron más oneroso su equipaje moral: con el telón de fondo del aumento en los precios de bienes de consumo indispensable defendió al libre comercio.


Ese telón de fondo exhibió con hechos terribles --y, por ello, lamentables que tienen visos de tragedia-- la incongruencia entre el ideal del comercio verdaderamente libre y la realidad de su práctica.


II


Y es que mientras incurría don Felipe en raptos eufóricos de exultación del libre comercio tal cual se practica hoy en México, aquí el pueblo sufría una forma pervesa de opresión adicional.


Y esa forma perversa de opresión es la del cautiverio --el pueblo de México es cautivo, como lo es el señor Calderón, de intereses creados que saquean al país--. Ese cautiverio tiene muchas formas.


Una de esas formas de cautiverio es cultural mediante la manipulación de la mente colectiva --el alma del mexicano--, que induce por manipulación metódica ciertos comportamientos sociales.


Demostración palpable de ese comportamiento social inducido es el del trastocamiento de valores, a extremo tal que los cautivos no tienen conciencia de su condición e inclusive la aplauden.


Esa condición de cautiverio tiene manifestaciones que pocos mexicanos registran, ven e identifican pero, pese a su parquitud, suman millones a lo largo y ancho de este país. Son la oposición.


Oposición, desde luego, al orden impuesto desde hace varios sexenios --y continuado mediante las chicanerías electorales del 2006-- y establecido bajo la simulación de un contrato social.


Los mexicanos que han caído en la cuenta --por conciencia encendida o por intuición e instinto de supervivencia social-- de su cautiverio sociocultural, económico y político resisten. Y protestan.


III


Esa es la razón verdadera de ser de las constantes y reiteradas movilizaciones sociales en México y el entorno de agitación e inestabilidad que persiste por doquier en nuestro país.


Don Felipe exhortó también a abandonar supuestos prejuicios acerca del libre comercio y exaltó, no sin frenesí, las presuntas bondades de los tratados de libre comercio de Norámerica y de las Américas.


Y no sólo eso: también defendió la cesión unilateral de las potestades rectores del Estado a favor de intereses particulares o de los grandes consorcios trasnacionales. Recomendó incluso esa cesión.


Ceder a particulares las potestades rectoras del estado --en el caso de México, potestades constitucionales--, sobre todo en rubros estratégicos de la economía, equivale a abdicar deberes morales.


Equivale, cabría añadir, a traicionar a los gobernados y, en lo que respecta a México, en darle la espalda a la historia de las avatares sociales. Depreciar las lecciones de las luchas históricas del pueblo.


El periplo europeo del Presidente de México --investidura distinta, insístase a la pasada, de la del Presidente Legítimo-- fue un fracaso no sólo mediático, sino principalmente en cuanto a su sustancia.


No convenció a los jefes de Estado y de Gobierno y empresarios europeos y del mundo convocados en Davos. Tampoco persuadió a la opinón pública internacional de su dudosa fortaleza jurídica y moral.



Glosario:

Apoteosis: Aclamación pública.

Parquitud: de parco. Corto, breve, poco, pequeñez.

Perigeos: Los más bajo.

Periplo: Viaje con retorno al punto de partida.











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Libre Comercio

Fausto Fernández Ponte



I

El libre comercio es, en el mejor de los casos, sólo un anhelo, mas en realidad es únicamente una falacia. El comercio no es libre ni nunca lo ha sido y, a la luz del pretérito y el presente, no lo será.


Trátase, desde luego, del verdadero libre comercio. Subrayaríamos el calificativo: un comercio verdaderamente libre, sin monopolios nacionales ni trasnacionales ni manipulación de leyes del mercado.


El tema es atañedero a México ya que el Presidente Felipe Calderón --a quien millones de sus compatriotas consideran espurio y pelele de intereses ajenos a los del pueblo-- preconiza el libre comercio.


En Davos, Suiza, en el Foro Económico Mundial, el señor Calderón hizo una defensa a ultranza del libre comercio planteándolo en términos de un Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA).


Señálese que don Felipe ignoró, convenientemente, que el libre comercio como se practica en el entorno del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte (TLCAN) ha devenido en una crisis severísima.


Esa crisis tiene una manifestación dramática --por espectacular--, que es la de la escalada alcista en los precios de bienes y servicios de consumo necesario. Nos ha llevado a la Crisis de la Tortilla, pues.


Mas no solo eso. Dicha crisis se ha convertido en un fenóeno cíclico predecible de la forma de organización prevaleciente en México. Su fenomenidad débese a una mutación perversa.


La mutación consiste en la naturaleza misma de la crisis y sus definiciones tanto economicistas y políticas, así como las semánticas, establecen su carácter temporal. Cortas.


II


Pero la crisis mexicana es ya larga. Se ha transformado en una crisis permanente, crónica, pues ha persistido bajo varias modalidades durante más de un cuarto de siglo. Varios sexenios.


Un cuarto de siglo comprende, en términos de desarrollo humano, a casi dos generaciones, particularmente en México en donde, por nuestro atraso social, el compás generacional es de unos 15 años.


Así, en ese poco más de esos 25 años, la ronda de las generaciones --como las calificaba el historiador Luis González y González-- se ha manifestado en yerros garrafales de las clases dirigentes.


Y esos yerros garrafales tienen secuela: la crisis ya crónica. El grueso mayoritario del conglomerado demográfico de México ha crecido, nació y se ha desarrollado en un contexto de crisis.


Como consecuencia, la crisis es parte de su vida. Este conglomerado mayor de la sociedad mexicana no conoce tiempos mejores y carece, ergo, de referentes vivenciales de cuño reciente.


Ello impide el nacimiento y desarrollo de una conciencia colectiva de la crisis como causal sintomática y, a la vez, efecto, de la pobreza en todas sus manifestaciones.


Así es. Ello obsérvase con diamantina nitidez en la psique de las clases medias mexicanas, proletarizadas cada vez más. Empero, no tienen conciencia de su depauperación material y cultural.


Esto nos lleva a la noción del libre comercio o libre intercambio de mercancías y servicios cuya esencia ha sido descrita como la solución a todos los problemas de las sociedades humanas.


III


Pero quienes preconizan el libre comercio como panacea a los problemas del desarrollo humano y social --dos conceptos distintos-- y humano mediante el crecimiento de la economía ignoran ciertos hechos:


1) Que, con arreglo a la experiencia histórica --la de la humanidad como sociedad--, el crecimiento de la la economía no necesariamente conlleva desarrollo humano y social. No evita ni erradica la pobreza.


2) El crecimiento económico puede permear casi todas las capas de las clases sociales y llegar a éstas dependiendo de su forma de organización. Esto es un verismo demostrado históricamente.


Estas premisas aquí enunciadas permiten discernir, si concatenadas, que una cosa es el concepto de libre comercio en su sentido más cabal para desarrollo humano y social y otra es su aplicación.


Así, el concepto se aplica bajo otras premisas, las del capitalismo, cuya divisa emblemática es la apropiación de unos pocos del esfuerzo de otros que, con su trabajo, crean plusvalía o riqueza.


Esa realidad preside, rige, domina y determina el llamado libre comercio, lo cual, debido a esos componentes, deja de ser libre, como se observa en la Crisis de la Tortilla en México.


En México --como en el mundo-- la mano invisible del mercado, como la identificó Adam Smith, es movida interesadamente por fuerzas superiores a las de la oferta y la demanda. El mercado no es libre.


Y ello es laya de la forma de organización económica: se manipulan los factores de la producción, las fuerzas productivas y, desde luego, las relaciones de producción. Presiden los monopolios. La selva.


Glosario:


Factores de Producción: Trabajo, capital y tecnología.


Fuerzas productivas: Fuerza humana de trabajo.


Relaciones de de producción: Conjunto de formas de la división social del trabajo y a las condiciones de apropiación y control de las nuevas fuerzas productivas y del producto colectivo.









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Irak y Migración (1/2)

Fausto Fernández PoNte



I

Fracasado estrepitosamente que hubo George W. Bush en trasponer el umbral de la historia bajo reflectores de la trascendencia favorable y dejar un legado de grandeza, ha encontrado una salvaidas providencial.


Y ese salvavidas es México. O por mejor decir, los mexicanos. Y, a fuer de precisión, identificaríase específicamente a ese salvavidas providencial como los emigrantes e inmigrados de la raza de bronce.


Señálense las diferencias entre emigrantes e inmigrados, ya que ambos vocablos suelen usarse indistintamente para significar una condición jurídica, cultural e incluso económica y política.


El emigrante es el que va de un lugar a otro, en tanto que el inmigrado es aquél que ya llegó a su destino y se ha quedado allí, independientemente de su estatus jurídico.


Ese estatus tiene, a su vez, distinciones: la de legalidad y la de ilegalidad con respecto a las leyes vigentes en el entorno geográfico y jurídico en donde se adquiere la condición de inmigrado.


Empero, el estatus no afecta el carácter de inmigrado. Con documentos que acrediten su estadía o sin ellos, alguien que emigró a Estados Unidos no deja de ser un inmigrado.


Cierto. Y es que para todos los efectos morales, éticos, culturales, económicos y políticos un emigrante se convierte inexorablemente en inmigrado al llegar a su destino.


Y como inmigrado --inserto moralmente en el entorno de su destino final o temporal-- tiene derechos plenos que, mediante sofisterías legalistas y letrísticas, el gobierno de EU le escamotea.


II


El escamoteo es general. A los inmigrados se les niegan derechos individuales, sociales, civiles, culturales. Se les niegan derechos básicos, así como los de categorías secuenciales y derivadas.


El caso de Elvira Arellano y su hijo Saulito es un epítome macabramente grotesco de ello. Este niño es estadunidense por derecho, pero una ley brutal impone separarlo de su progenitora.


Esa ley preconiza, como desenlace de una exégesis letrística de su preceptividad, la deportación de Saulito a un país, México, que no es el suyo y sí el de origen de su madre.


Mas no sólo a los inmigrados se les victimiza de esa guisa monstruosa, sino también a los emigrantes en su punto de origen, pues son la pobreza y la desesperanza lo que los mueve a emigrar.


Y, como bien sabríase, pobreza es una forma brutal, extrema diríase, de violencia. Pobreza es, pues, violencia. Y violencia contra un individuo, contra un conglomerado, contra un pueblo.


La pobreza es una causal poderosísima de inestabilidad social y de ingobernabilidad política que ha conformado un fenómeno que, por generalizado, no tiene precedente en la historia humana.


Trátase del fenómeno de la emigración masiva. Este movimiento de millones de hombres y mujeres de un lugar a otro modifica el paisaje demográfico y también el sociocultural, económico y político.


Millones emigran de Africa subsahariana o de la cuenca del Mar Negro y los Balcanes a Europa. Millones emigran de Nuestra América indo, afro e ibérica a EU. Y millones de México a Norteamérica.


III


Pero en EU se han ido configurando condiciones para salirle al paso al fenómeno y encauzarlo con arreglo a una lógica de conveniencia, oportunismo y expeditación. Se está creando una coyuntura.


Y esa coyuntura es, como ya se dijo párrafos atrás, el imperativo del señor Bush de dejar un legado trascendente y positivo de su tránsito de ocho años como Presidente.


Ese tránsito ha sido desastroso para él y su país, al que ha llevado a una guerra sin fin y sin salida y costosísima en vidas, bienes y en capital político y, sin duda, en influencia en el mundo.


La coyuntura acusa, desde los prismas del señor Bush, un correlato: la mayoría legislativa del Partido Demócrata, opositor al del Presidente, el Republicano, tiene una inversión moral en migración.


Así es. La inversión moral del PD es histórica en los trabajadores --los inmigrados son una fuerza de trabajo gruesa-- y promueven una relación de gestoría legislativa a favor de los intereses laborales.


Y aunque la búsqueda de esa relación de gestoría del PD entre el poder y los trabajadores sufre retrocesos --el rechazo, ayer, del Senado de EU a aumentar el salario mínimo-- hay traslapes morales.


Esa coyuntura bien pudiere posibilitar --¡por fin!-- una reforma amplia, en el sentido más cabal, a las leyes de EU en materia de de migración que reconozca, jurídicamente, una realidad lacerante.


Por ello, dejar una herencia de justicia social práctica es para el señor Bush una salida que compense el drama terrible del fracaso que se representa en la guerra en Irak. Es su salvavidas político.


Glosario:

Epítome: Resumen o compendio de una obra extensa que expone lo más fundamental o preciso de la materia tratada en ella.

Exégesis: Interpretación, explicación.








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Lo que Viene...


Fausto Fernández Ponte




I


¿Qué nos depara el futuro a los mexicanos? ¿Qué es lo que vendrá o, dicho de otro jaez, lo que ya inexorablemente viene? La respuesta es obvia: más de lo mismo, pero agravado. Lo dice el pasado.

Y lo dice el presente:

1) La crisis de la tortilla nos embelmatiza la crisis cíclica de una economía de capital, mercado y consumo salvaje y, ergo, inviable para el pueblo de México. Alto costo de la vida, miserables ingresos.


2) La represión violenta a las disidencias sociales y políticas cuyo origen es la desigualdad y la injusticia propiciada por la forma de organización económica prevaleciente.


3) La cesión incondicional --por parte del Estado y el Gobierno-- de la soberanía nacional y las riquezas naturales de México a la voracidad del empresariado mexicano y consorcios trasnacionales.


4) Simulación grotesca e ilegal de la procuración de justicia, pues lleva al Ejército al desempeño ajeno a los de sus potestades como las de realizar tareas de policía. El Presidente es rehén del Ejército.


5) Y rehén de otros intereses creados, pues permite el acceso mayor de poderes fácticos --como los de la Iglesia Católica y el gran empresariado-- y dominio de éstos sobre los poderes formales.


6) La influencia cada vez más de los intereses de los consorcios trasnacionales de Estados Unidos y España en la economía del país e intensificación frenética del saqueo de México.


7) La agudización de la dependencia de la economía mexicana con respecto de la de EU y la destrucción del entramado productivo agrícola e industrial y científico de México.


II


Los pitonisos del antaño remoto no era, como bien sabríalo el caro leyente poseedor de conciencia encendida, hombres dotados de poderes extraordinarios por algún ente supremo sobrenatural. No.


Y no. Era lisa y llanamente hombres --y mujeres-- muy inteligentes que habían desarrollado, por sí mismos o por imperativos de la cultura de cofradías-- recursos intelectuales para agudizar la perspicacia.


Y, por supuesto, veían el futuro en la proverbial bola de cristal y otros rituales y expresiones de esoterismo para impactar al ignaro raso y reformar su autoridad, alcance y credibilidad sobre los demás.


Acudían los nigromantes de la antigüedad al empleo de una parafernalia amplia cuyo efecto era el de impactar la psique colectiva y, de esa guisa, atizar la fogarata de las supersticiones.


Estos personajes hablaban con los seres supremos --poderes enteléquicos-- y recibían instrucciones o consejos de éstos. Hoy sabemos que hablar con un dios es metafórico, sino es que hipérbole.


Por supuesto, hay quienes, en los altos sitiales del poder material y espiritual, como George W. Bush o el Papa Ratzinger, creen a pie juntillas que hablan con Dios. Y así se lo informan a los creyentes.


Sin embargo, nótese que, convenientemente, esos sumos sacerdotes del poder trasnacional y la dominación cultural mediante un nigromantismo alambicado, no hablan del futuro, sino del presente.


O del pasado. El señor Ratzinger le ha reprochado a otras religiones organizadas --se organizan para fines de control social o económico-- ciertos episodios de la preteridad.


III


Y el señor Bush, que desde que está alcohólicamente sobrio y volvió a nacer como cristiano, habla regularmente --¿por el teléfono rojo, suponemos?-- con Dios, ordenándole invadir Irak y ahorcar a Saddam.


Pero el señor Ratzinger --con un glorioso pasado nazi en su curriculum vitae-- ni don George W. (quien evadió el servicio militar y se libró así de ir a la guerra en Vietnam) no saben qué vendrá.


En efecto. La perspicacia de esos personajes, no obstante que gozan del privilegio de hablar con Dios, no va más allá del día siguiente. No tienen la menor idea de lo que ocurrirá en meses y años próximos.


En esa misma circunstancia está Felipe Calderón, a quien millones de sus compatriotas consideran un mandatario espurio --fue investido mediante fraude electoral-- y pelele de los poderes fácticos.


Ignórase si el Presidente Calderón habla regularmente con Dios, pero sí sábese que tiene contacto constante con quienes sí lo hacen --el cardenal Norberto Rivera y el propio señor Bush--.


Por ello, no sorprendería descubrir que Dios instruyó a don Felipe


permitir el aumento en el precio de la tortilla y otros bienes de consumo necesario, reprimir a los oaxaqueños y combatir al narco.


Todo es posible. Pero lo que parece improbable es que don Felipe sepa qué es lo que viene, pues su actuación como jefe del Estado mexicano y del Gobierno indican que nuestro futuro es triste.


De hecho, el futuro ya es presente. Lo que está ocurriendo es lo que ocurrirá con mayor intensidad. Crisis de inestabilidad social. Crisis de ingobernabilidad política. La plutocracia contra el pueblo.


Glosarios:

Alambicado: Agudo, perspicaz, complicado, rebuscado.

Ignaro: Que no tiene noticia de las cosas.

Pitonisos: Relativo a pitonisa. Adivinadora, encantadora, hechicera.








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¿Dónde Estamos?


Fausto Fernández Ponte




I

Sucedidos asaz interesantes, innovadores e inclusive de progreso real ocurren en la América indo, afro e ibérica y, en México, el poder establecido y las potestades que son y están no los han advertido.


Las razones de esa indiferencia son obvias. Los poderes formales y fácticos en México están subordinados al poder real, el de los grandes consorcios trasnacionales abrumadoramente estadunidenses.


Así obsérvase. El antiguo anhelo de la anfictionía está siendo nutrido por los imperativos prácticos de la geopolítica y la realpolitik. Adviértese un fortalecimiento del ideal anfictiónico.


Y ello deviene en cultura. Una cultura de la unidad y, por tanto, integradora. Los Estados Americanos --los de la América Nuestra-- han renovado su vocación de reconocer a la Patria Grande.


Luiz Inácio Lula da Silva, el Presidente del Brasil, propuso el viernes pasado. la integración consensuada de los bloques económicos existente en la América Nuestra. Conformar uno solo. Unico.

Subráyese que esos bloques regionales son principalmente el Mercado Común del Sur (o Mercosur) y la Comunidad Andina de Naciones, a la que el Estado mexicano ha sido invitado.




Trataríase, preconiza el Presidente Lula, de diseñar y aplicar "soluciones consensuadas en paralelo" hacia una Comunidad Suramericana de Naciones. No más patio trasero de EU.


II


El Estado mexicano y, desde luedo, el Gobierno que lo representa --presidido por Felipe Calderón-- no han exhibido hasta ahora un interés en esos sucedidos, más allá del protocolario convencional.


Ese desinterés puede tener por causal una comosvisión muy estrecha y prejuiciada ideológicamente de la geopolítica, los correlatos políticos de fuerzas y desconocimiento supino de la historia.


La consecuencia es una concepción errada de la realpolitick --la realidad política-- pues desestima el imperativo de los equilibrios estratégicos en las relaciones del Estado mexicano con otros estados.


Cierto. No parecen existir objetivos ni razones de ser congruentes con nuestra posición tan asimétrica, débil y, ergo, desfavorable en el contexto de la relación con un Estado poderoso, el estadunidense.


Ese Estado es vecino nuestro. Esa vecindad ha tenido, históricamente, más desencuentros que encuentros. Aquellos han sido de secuelas trágicos. Y éstos, insuficientes e insatisfactorios.


Y no en vano. Pierre Trudeu, quien fue Primer Ministro de Canadá, dijo alguna vez que ser vecino de EU es como dormir con un elefante: un movimiento, por ligero que fuere, lo aplasta a uno.


Tal es la naturaleza de la forma de organización económica, política y social de los estadunidenses, lo cual conforma una vocación cultural dominante y, ergo, hegemónica e imperialista.


Las secuelas de esa realidad vecindaria han sido, en lo que toca a la relación bilateral --nos lo dice la historia--, traumáticas. En nuestra psique colectiva pesa aun la mutilación territorial de 1848.


III


Tan terrible cercenamiento continúa hoy bajo modalidades diferentes a las de hace 157 años. EU prosigue sus empeños depredadores, robándonos, saqueándonos, dominándonos.


Y ello prosigue alegremente, con la complicidad ostensible --por cínica y volitiva-- de muchos mexicanos, incluyendo a varios de los más recientes Presidentes de la República.


Continuamos, pues, sufriendo las consecuencias de la naturaleza expansionista, depredadora y dominante de EU, siendo el instrumento más fehaciente el de los consorcios trasnacionales.


Esa guisa tiene, sábese, otras expresiones: la lucha contra el terrorismo y contra las organizaciones dedicadas al tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas --el narcotráfico--.


Esas son mecanismos de dominio, control y subordinación, como lo son, por ejemplo, el mismísimo Tratado de Libre Comercio de la América del Norte --que explica la actual crisis de la tortilla en México.


Otros mecanismos son culturales. La aculturación tiene manifestaciones perversas de control social: inducir nuestras conductas colectivas --sociales-- mediante manipulación ideológica.


México es una provincia estadunindese. En la práctica, no es una asociación entre pares, sino una dependencia no sólo económica, sino también subordinación política.


Ese acervo de experiencias históricas de nuestra relación bilateral --no podemos cambiar la naturaleza depredadora, por imperialista, de EU---, pero sí alterar la correlación. ¡Vámonos al Sur!



Glosario:

Anfictionía: Confederación de las antiguas ciudades griegas para asuntos de interés general. Asamblea de los Anfictiones.

Hegemónica: Relativo a hegemonía. Supremacía que un Estado ejerce sobre otro.

Volitiva: Aplícase a los actos y fenómenos de la voluntad








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Pueblo Agredido

Fausto Fernández Ponte

I
La subida en los precios de bienes y servicios de consumo necesario --o básico-- se epitomiza en lo que le cuesta al mexicano hoy la tortilla. Ese sucedido mueve a reflexiones.

Y la reflexión principal es acerca de la naturaleza del Gobierno y del Estado mexicano incluso. Concluiríase que esas entelequias actúan por imperativos de la cultura del poder.

O por mejor decirlo, a imperativos de la cultura del poder constituido en función de las ideologías de los intereses de entes fácticos que predeterminan la actuación de aquél.

Véase. Al 30 de noviembre de 2006 --50 días a la fecha--, la tortilla vendíase a seis pesos el kilo. Al primer día de diciembre de ese año, inicióse la escalada en el precio.

¿Coincidencia? ¡Quiá, no, caro leyente! La espiral alcista no fue casualidad ni episodio espontáneo, sino algo perversamente premeditado y, por ello, inicuamente avieso.

Ello antójase cierto. Podríase suponer que los magnates de la tortilla y de muchos otros bienes y servicios de consumo indispensable poseen un fino sentido de los tiempos políticos.

No ha sido el caso, pues los magnates --productores, acaparadores, especuladores e intermediarios de insumos y productos finales-- no se distinguen por su sensibilidad.

Esos magnates son Roberto González Barrera (a) El Maseco, Raymundo Gómez Flores (de Minsa) y la trasnacional estadunidense Cargill y otros empresarios más.

II

Esos magnates tienen un común denominador: Todos ellos apoyaron con recursos varios a la campaña de proselitismo electoral de Felipe Calderón. Este es rehén de aquéllos.

Esa aserción se confirma a sí misma ante los hechos. Y esos personajes de la cultura de la explotación deleznable de un mercado de consumidores inermes, son insensibles.

Insensibles políticamente y en lo social. Insensibles, incluso, en lo económico, a las premisas de la lógica del mercado y su mano invisible de oferta y demanda libres.

Esa lógica tiene por premisas mayores las de la ventaja, la alevosía y, predeciblemente, las de la premeditación --en realidad, una conjura-- sin paradigmas morales o éticos.

Son insensibles excepto en lo que refiere a la ganancia rápida, a la compraventa de voluntades políticas --del Gobierno y del Estado--. Sus enfoques son concentrados.

Se distinguen por su insensbilidad, su inescrupulosidad y sus motivos --los del lucro crematístico exagerado-- y su abrumador poder económico y político.

Poder para imponer su voluntad impunemente sobre el Gobierno --como representante, éste, del Estado mexicano-- y dominar ambas entelequias e influir en sus actuaciones.

En efecto. Ese segmento de la gran oligarquía mexicama -- acaparadores, especuladores e intermediarios-- y de los grandes consorcios trasnacionales son un poder fáctico.

III

Dicho poder fáctico --la oligarquía-- actúa mediante la plutocracia, que no es otra cosa que el gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos.

En México, la plutocracia no sólo se ha apoderado del gobierno --que ejecuta, por ministerio constitucional, lo dispuesto por el Poder Legislativo--, sino del Estado mismo.

Ante estas actuaciones del Gobierno al pueblo de México, el Poder Legislativo como tal no ha tenido siquiera una postura a favor y en defensa del interés popular.

Complicidad.

¿Por qué? Porque ni los diputados ni los senadores representan verdaderamente los intereses del pueblo, sino de partidos políticos, facciones de éstos y grupos de poder.

Esa complicidad implícita abarca también al otro componente del Estado, el Poder Judicial, notoriamente venal e identificado con los intereses de la oligarquía.

Ese Estado actúa contra los intereses verdaderos del pueblo de México mediante una gama variopinta de mecanismos que aplican políticas diseñadas sin consulta popular.

Ese mero episodio constituye una agresión desde cualesquier perspectivas de la moral y la ética y, sin duda, el propio derecho constitucional y la de la política.

Pudiérese decir que, en efecto, esa es una agresión de los productores, acaparadores, especuladores e intermediarios al pueblo de México y que el Gobierno y el Estado son parte.

Glosario:
Entelequia: Cosa irreal, invención, ficción, irrealidad.
Epitomiza: De Epítome. Resumen o compendio de una obra extensa, que expone lo más fundamental o o preciso de la materia tratada en ella.
Inicuamente: Con iniquidad. Maldad, injusticia grande.










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Prioridades

Fausto Fernández Ponte



I


Para no pocos mexicanos, el gobierno que preside Felipe Calderón ha invertido, trastocadamente, las prioridades de tal guisa que las más importantes se han convertido en las de menor importancia.


Caso en punto es el de la defensa a ultranza del bienestar social, entendido dicho enunciado en su sentido más cabal y, por ende, amplio: la búsqueda y logro de certidumbre, hoy inexistente.


Y lo que ha hecho este nuevo gobierno es causar sobresaltos sociales, socavar las expectativas y erosionar la esperanza colectiva al acudir, como recurso estratégico, a la simulación.


Así regístrase el énfasis del Presidente Calderón a sus posturas francamente cómicas de enfundarse en un uniforme del Ejército Mexicano, con las cinco estrellas emblemáticas de comandante supremo.




La asociación entre esas acciones --la casa militar, que le quedaba grande, y la gora de mando-- y las de los aumentos en los precios de bienes y servicios básicos no escapa a la perspicacia ciudadana.


"El señor Calderón nos dice con gran despliegue mediático que él manda en las Fuerzas Armadas y que, por ello, ya sabemos lo que hará si protestamos por los aumentos", dice el caro leyente José Paredes.


El leyente Paredes, quien nos lee en Mérida, Yucatán, escribe, además, que "don Felipe parece estar convencido de que el empleo disuasivo de las Fuerzas Armadas es un golpe político genial".


Pero no lo es, coincidiríamos con el leyente yucateco. No adviértese genialidad en ese episodio militarista del Presidente, sino ridícula grotesquería. Fue un acto de simulación.


II


Así es. Don Felipe simuló que su prioridad principal es la de enfrentar al Crimen Organizado, representado éste en los cárteles del tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas.


Así, esas operaciones militares realizadas espectacularmente en el estado de Michoacán y Tijuana, Baja California, tuvieron un móvil político: mostrarle al país que su gobierno trabaja por la seguridad.


Pero si esa fue la intención de don Felipe, el pueblo lo registró de otro modo. Los mexicanos lo vieron como un aviso de amedrentación y de franca laya disuasoria. Garrote pa´l que se salga del huacal.


Y como muchos mexicanos habían salido ya del proverbial huacal movidos por su convencimiento de que el señor Calderón es un mandatario espurio, las operaciones militares tuvieron otro sentido.


A ese sentido añadiríase otro, preventivo: ante la espiral alcista en los precios, el gobierno calderonista previó que muchos otros mexicanos intentarían abandonar en protesta el huacal que los confina.


"Lo que don Felipe nos decía con su desplante castrense, como usted lo describe, es que no tolerará movilizaciones sociales de protesta y que reprimirá éstas con el Ejército", escribe el leyente Paredes.


Si esa fue la intención del señor Calderón, ¡qué ominoso! Nos barrunta una virulencia del autoritarismo --por definición, arbitrario y, por tanto, abusivo del poder-- y de días aciagos para todos.


El carácter aciago de lo porvenir tiene un atributo confirmatorio de que el Presidente Calderón no es un hombre proclive a privilegiar la política como herramienta axial del ejercicio del poder.


III


Pero si esa no fue la intención de don Felipe, ¡qué colmo tan elocuente de ineptitud política y qué rapto tan perverso de insensibilidad y sentido de los tiempos políticos! No era el momento.


Cualesquiera que hayan sido las intenciones --y los móviles-- del Presidente, el pueblo de México lo entendió también como una inversión absurda de prioridades. El pueblo quiere seguridad, sí, pero social.


Tampoco quiere el pueblo que los soldados anden armados por las calles buscando narcos porque sabe que esa no es la forma de combatir esa vertiente del Crimen organizado. También sabe que es simulación.


Y la simulación consiste en que los soldados llegaron a Michoacán y Tijuana cuando los narcos ya habían abandonado las plazas, alertados de antemano por los propios militares a su servicio y en su nómina.


Para el pueblo de México, esos son sobreentendidos de diáfana nitidez y provoca el pitorreo general, en la vía pública, que los medios de difusión de la plutocracia no pueden acallar.


Por supuesto, ese pitorreo es espontáneo, sin la autoría intelectual --o moral, a nuestro ver-- del Presidente Legítimo, Andrés Manuel López Obrador. El pueblo trasciende a sus abanderados.


El pueblo sabe --intuye, pues así es la psiquis colectiva-- que la búsqueda, logro y acrecentamiento de su bienestar es prioridad de este gobierno. La prioridad parece ser la de oprimirlo aun más.


En las entrañas populares persiste la convicción de que si el Presidente quisiere realmente buscar y lograr el bienestar del pueblo, tiene a su disposición una herramienta efectiva: el poder del Estado.


Glosario:

Aciago: Infausto, infeliz, desgraciado, de mal agüero.







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Conflictividad Social


Fausto Fernández Ponte




I


En secuencia calidoscópica hiciéronse públicos en días recientes algunos sucedidos que, si hubiesen tenido difusión amplio, nos permitirían discernir lo que nos viene. Esos sucedidos son:


1) La espectacular --y, por ello, dramática-- espiral alcista en los precios de bienes y servicios de consumo ha reducido con gran enormidad el poder adquisitivo del salario y el ingreso familiar.


2) La admisión del propio Gobierno que preside Felipe Calderón --por voz del secretario de despacho de Economía, Eduardo Sojo-- de que no existen mecanismos para control de los precios de básicos.


3) Las operaciones militares contra las organizaciones del narcotráfico demuestran que la prioridad gubernamental no es enfrentar y resolver la causal de la delincuencia: desigualdad y pobreza.


4) La conflictividad social en México es muy alta. Ello conforma un hecho objetivamente establecido e insoslayable que, al parecer, no le preocupa al poder formal ni mucho menos al fáctico.


5) El saldo laboral del sexenio que presidió hasta hace 48 días el peripatético Vicente Fox fue negativo: cinco millones de desempleados, casi el 13 por ciento del total de la población económicamente activa.


6) El Presidente Felipe Calderón --a quien millones de sus connacionales cosideran un mandatario espurio y pelele de intereses creados, los de los ricos-- anunció un programa para crear empleos.


7) Adviértense indicios claros de recesión en la economía de México que, como bien sabríalo el caro leyente, es una dependiente de la de Estados Unidos y dominada por intereses trasnacionales de ese país.


II


Esos sucedidos aquí enumerados tienen una relación intrínseca. Dicho de otro arreo, esos sucedidos están vinculados por entreveramiento y traslape simbiótico. Se refuerzan entre sí.


De hecho, esos sucedidos y sus componentes mayores y menores conforman, en su turno, la dialéctica de la conflictividad social en México, la cual es el común denominador de esos sucedidos.


Cierto. Los componentes mayores y menores de esos sucedidos convergen causativamente o como consecuencia en la conflictividad social en México. Dicha conflictividad es muy alta.


Ello es un un verismo incuestionable e incontrovertible. Los casos --por lo general no resueltos-- de conflictos sociales en nuestro país han aumentado sostenidamente en los últimos años.


Señálese que por conflictos sociales se entiende la manifestación pública de discrepancias, demandas, reivindicaciones y descontentos de la sociedad o de clases sociales o estratos de una o varias de éstas.


Trátase, obvio es, ciertamente, de manifestaciones motivadas por necesidades sociales desatendidas por el Estado --o cualesquiera de sus instancias-- no lisa y llanamente ignoradas o no resueltas.


De ello da prolija cuenta el Informe de la Conflictividad Social en México 2006, documento preparado por el organismo no gubernamental Servicios y Asesoría para la Paz, A. C., conocida mejor como Serapaz.


III


Este documento --que ha merecido magra, si no es que nula, difusión mediática, tal vez porque las empresas difusoras no desean incomodar al Gobierno-- tiene un valor fedatario, por su prolijidad acuciosa.


Y como documento fedatario, su contenido es conturbador. Nos describe, caso por caso, en un muestreo representativo, las movilizaciones sociales para demandar del Estado derechos colectivos.


Esos derechos son constitucionales, pero por las razones que fueren --que son muchas-- el Estado ha sido omiso en la práctica para reconocerlos, respetarlos y, desde luego, acatarlos.


Añadiríase sin incurrir en hipérbole que esos derechos configuran jurídica y políticamente la razón de ser del Estado: satisfacer necesidades sociales. En esa ámbito, la omisión es criminal.


Y esa naturaleza criminal consiste en que la omisión del poder no es --ni ha sido, históricamente-- accidental, sino aviesa, deliberada. La omisión acusa perversidad: "Que se jodan los jodidos". Típico.


En el Informe de Serapaz se consignan 600 conflictos habidos en un lapso de enero a noviembre de 2006, ubicados por su origen, naturaleza, actores o protagonistas y evolución, entre muchos otros.


El documento ofrece elementos verificados metódicamente para un diagnóstico realista de México, al margen de las conclusiones a las que se llegan. El Informe está en el sitio de Serapaz en Internet.


Las causales de los conflictos sociales no son, opuesto a lo que piénsase, la inseguridad, sino de recursos y patrimonio. La inseguridad ocupa un segundo lugar como causal. Le siguen disputas por el poder.


Glosario:

Fedetario: De fe pública.

Peripatético: Ridículo o extravagante en sus dictámenes o máximas.

Prolija: De prolijo. Largo, dilatado con exceso.








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Seguridad Nacional


Fausto Fernández Ponte




I


El Gobierno de México nos ha dado muestras inequívocas --por contundentes y reiteradas-- de que su prioridad principal es la seguridad de la nación mexicana o nacional.


Ello implica, obvio antojaríase, la seguridad del Estado mismo --y desde luego del Gobierno que lo representa-- y la sociedad que, constitucionalmente, es mandante de aquellos.


A la luz de ese mandato, trátase de la seguridad del pueblo de México --o seguridad pública o de los mexicanos-- y de las instituciones que históricamente éstos se han dado.


Así, dichas premisas --la seguridad del pueblo y sus instituciones-- confieren a la seguridad nacional un carácter insoslayable de imperativo estratégico.


Y no es para menos. Sin seguridad --tal como la interpreta y, ergo, entiende el Gobierno actual-- cualesquier afanes de desarrollo económico, político y social armónico son vanos.


Nos referimos a afanes infructuosos, estériles e inútiles para desarrollar a plenitud el potencial --que se adivina enorme-- de nuestros recursos, incluido el humano.


Pero es el recurso humano --la suma de todos los mexicanos como usted, caro leyente, y este escribidor-- el de menor desarrollo, si se compara con otros pueblos del mundo.


Y es que los mexicanos vivimos en el peor de los atrasos --el social-- pues ésta condición es consecuencia de una infamia monstruosa, la de la opresión de unos por otros.


II


Nuestro atraso deviene de la prevalecencia de ciertas formas de organización económica y política e incluso social --y diríase que también cultural-- impuestas a los mexicanos.


En efecto. Desde afuera y con el contubernio de adentro se nos han impuesto formas de organización económica y política que privilegian intereses ajenos a los del pueblo de México.


Tal imposición ha sido facilitada, precisamente, por ese entreguismo cómplice de las clases sociales dominantes: La oligarquía y su expresión de poder formal, la plutocracia.


Esa insoslayable realidad --la dominación oligárquica y plutocrática de México y los mexicanos-- nutre las premisas mayores y menores de la doctrina de seguridad nacional.


Pero esa es una doctrina falaz, pues no se refiere a la verdadera seguridad de la nación --del pueblo--, sino a la seguridad de la oligarquía y la plutocracia.


Hágase una digresión antes de proseguir con el tema, para comprender lo que la ciencias políticas y sociales caracterizan y definen a la oligarquía.


Oligarquía es por definición el gobierno de pocos en su propio beneficio y sin consenso popular. Es un pequeño grupo que influye en el gobierno para aventajar sus intereses.


La oligarquía es distinta de la plutocracia, pues aquella no es un grupo necesariamente rico. Y si la influencia de un grupo sobre el poder se nutre de la riqueza hay plutocracia.


III


Plutocracia --como oligarquía-- es vocablo de origen griego: Pluto significa riqueza y kratos poder. La conclusión semántica es la del poder de la riqueza


Según la mitología griega, Júpiter dejó ciego a Pluto, el dios de la prosperidad económica, a fin de que concediese sus dones a los hombres, sin distinciones.


Allí hay una moraleja. Es decir, hay un mensaje moral en ese episodio de la mitología helénica. Pero más allá de eso, si extrapolamos la leyenda, hallaremos un valor didáctico.


Y ese valor didáctico es el de que sabemos quién gobierna México en nombre del pueblo y que, por su laya descrita, ese gobierno tiene prioridades en seguridad ajenas a las nuestras.


En México es un sucedido factual la preponderancia de los ricos en el gobierno del Estado. Predomina, pues, el estrato más rico de la clase social más pudiente en el país.


Un componente confirmatorio de lo aquí sustentado es uno de diamantina elocuencia: para la plutocracia, seguridad nacional es la seguridad propia.


Ello distorsiona el sentido vero de la seguridad nacional: Bienestar y tranquilidad sociales. Por ejemplo, hacer posible que el país sea autosuficiente en producir sus alimentos.


Glosario:


Didáctico: Perteneciente o relativo a la enseñanza.

Extrapolamos: De extrapolar. Aplicar conclusiones obtenidas en un campo a otro.

Moraleja: Lección o enseñanza que se deduce de un cuento, fábula, ejemplo, anécdota, etcétera.




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Narco y Simulación


Fausto Fernández Ponte



I


Desde el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988) la percepción pública ha sido de que los cárteles del narcotráfico han infiltrado al Estado mexicano mismo.


Y en el sexenio de Carlos Salinas --personaje de siniestra fama dada su vena perversa para la política-- esa infiltración alcanzó el ápice mismo de la pirámide del poder.


Esa infiltración prosiguió durante el sexenio de Ernesto Zedillo y se consolidó, al parecer enraizadamente, en el periodo sexenal de Vicente Fox, otro de triste celebridad.


El crecimiento del fenómeno --el de la infiltración-- no escapaba a su perspicacia perceptiva de la ciudadanía rasa. Es un narcoestado, decíase por doquier.


Con el señor De la Madrid esa percepción se nutrió de ciertos sucedidos --el asesinato del periodista Manuel Buendía, considerado crimen de Estado-- muy documentados.


Con el señor Salinas, las actividades sospechosas de uno de sus allegados más cercanos, Justo Ceja, alimentaron la percepción pública. Hoy, el señor Ceja está prófugo.


Y con el señor Zedillo, las suspicacias ciudadanas se acentuaron, particularmente en lo que toca a ciertos jefes militares de alta jerarquía. Que protegían al narco, decíase.



II


Con el señor Fox --cuyo patetismo se colmó al permitir que su segunda esposa, Marta Sahagún, fuera un poder fáctico sospechoso de grotesca corrupción--, creció la percepción.


Y creció tanto esa sospecha ciudadana que no son pocos los mexicanos que piensan que la infiltración de los cárteles se tradujo en impunidad y cinismo para sus jefes de jefes.


Hágase la salvedad de que la conjugación, aquí, del verbo infiltrar no es, a nuestro ver, la más apta para describir el fenómeno. Es mucho más que una infiltración. Es asociación.


Y esa asociación se entiende no como la figura jurídica --de sociedad civil--, sino en términos de relaciones de poder entre vertientes de éste. Son relaciones de hecho.


Y como relaciones de hecho --que no de derecho, cabría reiterar-- su naturaleza exhibe peculiaridades propias: es, por un lado, simbiótica y, ergo, estratégica para el narco.


Por otro lado, es una relación coyuntural, variable, efímera, mutante e inasible a cualesquier afanes de trascendencia --permanencia-- e institucionalización.


Empero, peso a tales avatares, la existencia objetivamente discernida del fenómeno de la infiltración es un verismo en la cultura de intrincamientos del poder en México.


III


De ese verismo dieron cuenta las operaciones militares en el estado de Michoacán y la ciudad de Tijuana, en donde los jefes de jefes fueron avisados de antemano de dichas acciones.


¿Quién les avisó a los jerarcas de los cárteles dedicados al tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas? El tema parece ser tabú en la alta burocracia.


Más aún, ls suspicacia popular discierne que los mandantes en esos cenáculos de la alta burocracia civil y militar --la de la coacción legal-- sabían lo siguiente:


Uno, que ningún capo di tutti capi considerado pez gordo estaría presente en el lugar en donde se realizarían las operaciones militares.


Y, otro, que esa premisa arrojó por secuela que las operaciones militares no serían efectivas en cuanto a objetivos declarados: capturar a los jefes de jefes del narco.


Sin embargo, se realizaron las operaciones, porque los móviles de dichas acciones eran estrictamente políticos, lo cual explicaría su exagerada proyección mediática.


Este alarde burdo de simulación confirmaría precisamente la existencia del corrosivo fenómeno de la infiltración y, por inferencia, de otro fenómeno secuencial.


Ese otro fenómeno es el crecimiento del poder fáctico de los cárteles. Ese poder actúa así por su enorme capacidad de compra de voluntades de personeros del poder formal.


Glosario:


Inasible: Que no se puede asir. Coger


Rasa: Dicho de una persona que no tiene un título u otro adherente que lo distinga.














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La Escalada

Fausto Fernández Ponte




I

La rapidísima ascensión en los precios de bienes y servicio de consumo necesario --o básico-- tiene mucho que ver con el desplante castrense del Presidente Calderón.


Subráyese que el desplante ocurrió cuando la espiral alcista en los precios de bienes y servicios básicos estaba ya en un frenesí espectacularmente dramático.


El precio de la tortilla, del huevo, la leche, frijoles, arroz, otras verduras, frutas, bienes industrialmente derivados, abasto de energía, está en espiral ascendente.


Y don Felipe nos dice, tardíamente, que va a detener el alza, pero convenientemente evade decirnos que no bajarán los precios, que no se volverá a sus niveles anteriores al alza.


Existe, pues, una correlación dialéctica del desplante de autoritarismo por la fuerza de las armas y no de la política y el alcismo irrefrenable --atribuido a "especuladores"--.


Ambos son síntomas de inseguridad, por un lado, y de debilidad, por otro. Don Felipe se siente inseguro. Y el Presidente se siente, como tal, flébil. Grave. Por peligroso.


Por ello, ese algo tiene que ver es, en la sensibilidad del mexicano políticamente consciente --fuese de la ideología que fuese-- con su comprensión dialéctica de hechos públicos.


Sin duda. Tanto el desplante militarote como permitir la escalada en los precios tienen vínculos insoslayables, aunque no visibles a simple vista, aunque el mexicano los sospecha.


II


Y allí están esos vínculos, visibles --en toda su nítida diafanidad-- para quienes, como este escribidor, ejercemos el noble oficio de interpretar manifestaciones de la realidad.


Así, el Estado mexicano y su personero emblemático, don Felipe del Sagrado Corazón de Jesús --¡qué nombre tan engañosamente pío!-- nos envían mensajes muy claros.


Son mensajes de poder, desde luego. Pero, dicho de otro estilo, son mensajes de autoridad que antójase espuria de origen: El Presidente se sabe espurio y así actúa.


Es decir, actúa espuriamente don Felipe porque sabe que millones de sus compatriotas lo consideran que fue ungido mandatario mediante un fraude electoral.


Abundemos: Que algunos mexicanos duden del hecho fedataria del fraude, básteles con leer el mismísimo dictamen del Tribuna Electoral del Poder Judicial de la Federación.


Ese es un documento fedatario, de indudable valor histórico y, ergo, de historicidad incontrovertible. El propio Tribunal exhibe allí las razones de su actuación.


Y esa actuación obsérvase absurda y entiéndese aberrante.


En su dictamen, el Tribunal consignó las incidencias del fraude pero contradictoriamente convalidó la elección.


Ese trapecismo de premisas y transvestismo de silogismos jurídicos de los magistrados concluye en que no es conveniente anular la elección y realizar nuevos comicios.


III


¿Cómo discernieron los magistrados del Tribunal que persistir en la duda electoral es mejor para México que didiparla y consolidar, así, la confianza en el Estado?


Conócese ya las actuaciones del entonces Presidente Vicente Fox, el titular del Poder Judicial, Mariano Azuela, y el poder fáctico que ejerce Elba Esther Gordillo.


No en vano lo ocurrido en México es hoy tema curricular incluso en academias de ciencias políticas y sociales en otros países como una modalidad peculiar de golpe de Estado.


Y de golpe de Estado dado por el Estado mismo, pues en dicho coup détat participaron los otros Poderes de la Unión, el Judicial principalmente, y el Legislativo, por omisión.


La alusión a estos hechos --indelebles en la psique colectiva y en los libros de historia-- no es holgante. Es importante como marco político de nuestra actualidad.


El desplante de autoridad castrense equivale, para un psiquiatra, en una afirmación de sí mismo: "Aquí el que manda soy yo, por eso traigo las cinco estrellas en mi gorra".


Y ese desplante no fue un mensaje a las Fuerzas Armadas, sino a las fuerzas civiles de la sociedad, no muy persuadidas de la representatividad social del mandatario.


Ante un régimen escuerzo --desmedrado, enclenque diríase-- como el que preside el señor Calderón la predecibilidad es una constante. Mayor intolerancia y más garrote.


Glosario:


Desplante: Dicho o acto lleno de arrogancia, descaro o desabrimiento.


Escuerzo: Delgado, flaco.


Flébil: Lamentable, triste, lacrimoso.






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"Cuesta" de Enero

Fausto Fernández Ponte



I

El año que apenas comienza se nos ofrece a los mexicanos como uno cuesta arriba, con obstáculos atávicos --es decir, históricos-- y tan crecientes que parecen insuperables.

Y no en vano. Persisten el desempleo, la erosión del salario y del poder adquisitivo del ingreso familiar, el aumento dramático de bienes y servicios básicos.

Persisten con infamia las contradicciones monstruosas de una forma de organización económica que, no obstante su inviabilidad, el Estado insiste absurdamente en consolidar.

Y esa inviabilidad adviértese en todo su perverso esplendor en el aumento de la pobreza en México y la pérdida de las esperanzas de bienestar y la desesperanza.

Esas son causales de la gran agitación social y política que existe en México y que el Estado y el gobierno reprimen con brutalidad policiaca y paramilitar, sin ofrecer opciones.

La agitación y la represión violenta del Estado y el gobierno que lo representa son correlatos de una misma génesis: la descomposición estructural de México. Anomia.

Así, anomia, pues. El tejido económico y político no se corresponde con el tejido social. Ello se ha traducido en un lenguaje llano, el de la inestabilidad y la ingobernabilidad.

Esa realidad tan terrible pone en evidencia que el poder formal no es el resultado de un contrato social. Esa ausencia distorsiona el ejercicio y alcance del Estado y el Gobierno.

II

En 2006, la ya proverbial cuesta de enero trascendió ese mes y se extendió a febrero y, luego, a marzo, hasta finalmente presidir la cotidianidad de las familias mexicanas.

En efecto, subir la cuesta --cada vez menos horizontal y más alta-- le tomó a los mexicanos todo el año pasado, aunque en 2005 ese fenómeno también fue muy largo.

Fue ese aciago 2006 el colmo, coincidiendo con el finiquito constitucional del sexenio de Vicente Fox, célebre por su ineptitud, ya legendaria, y sus bribonerías.

Esa ineptitud, que hizo tándem con la irresponsabilidad y el cinismo --secuela de la impunidad-- ha tenido un costo muy oneroso al grueso del total de los habitantes de México.

Trátase, desde luego, del costo social, entendido éste por las consecuencias negativas --corrosivamente perversas-- en el pueblo en general y ciertas clases en particular.

Esos ciertas clases sociales conforman, dígase objetivamente y sin incurrir en hipérbole, son las más marginadas en gradación variopinta, incluye la extrema.

La marginación es económica --son clases sociales que existen tangencialmente con respecto a la dinámica de la forma de organización prevaleciente-- y, desde luego, lo político.

No huelga subrayar, reiterada, que esas clases sociales conforman el grueso del total de mexicanos, pues el pueblo de México es, en un entorno de riqueza, un pueblo de pobres.

III

Sin duda. Pudiérese decir que el pueblo pobre de México es el pueblo todo --o casi todo-- de este país tan rico en recursos naturales propios que se apropian unos cuantos.

Y entre esos unos cuantos inclúyense los más ricos de México --es decir, los ricos entre los más ricos-- que encuerpan una élite privilegiadísima de hombres y mujeres.

Esa élite privilegiadísima son, en la práctica, un poder fáctico de influencia y alcance abrumador e insoslayable sobre el poder formal, el del Estado y el gobierno de México.

Ese poder fáctico --que tiene una diversidad de representaciones, vertientes y expresiones-- es tan omnipresente que el poder formal no puede ignorarlo.

De hecho, no sólo no puedo ignorar el poder formal al fáctico, sino que las decisiones estratégicas de aquél se toman en función de los intereses de éste.

El poder fáctico no requiere ordenarle al poder formal qué tiene que hacer; éste actúa en congruencia con la naturaleza de los intereses de aquél, sus necesidades y expectativas.

Dados los términos de esa relación de dependencia y subordinación del poder formal con respecto al fáctico, aquél no puede siquiera guardar las apariencias de autonomía.

Ello es obvio. El jefe del Estado mexicano, el Presidente Felipe Calderón, preside sobre un complejo entramado de desequilibrios esperpénticos. La cuesta durará todo el año.

Glosario:

Aciago: Infausto, infeliz, desgraciado, de mal agüero.

Anomia: Ausencia de ley.

Esperpénticos: de esperpento.

Tándem: Conjunto de dos elementos que se complementan.


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Pasos en Falso

Fausto Fernández Ponte




I

El fino amigo y colega René Alonso, quien conduce los noticieros de Radio Nuevo León y cada jueves pide el parecer de este escribidor acerca de nuestro acontecer, inquirió:


--¿Cómo explicarnos el hecho de que el Presidente Calderón se reúna con Daniel Ortega y Hugo Chávez, que son la izquierda en Latinoamérica y no con la izquierda en México?


La pregunta tiene mérito, aunque este escribidor sospechaba de entrada que don René ya tenía la respuesta.

--Eso confunde a los mexicanos --señaló el colega Alonso.

¿Cuál es, pues, la respuesta, a esa interrogamte tan confundidora? Este escribidor esbozó una contestación.

--Es el síndrome Echeverría --dijo el escribidor.

Y abundó:

"El Presidente Luis Echeverría secuestraba y desaparecía y torturaba aquí a luchadores sociales y políticos y, sin embargo, cultivaba ligas con la izquierda latinoamericana".

El señor Echeverría, hágase notar, no era un hombre cuya ideología estuviese situada ni a la izquierda ni a la derecha del espectro ni en el centro, sino según la conveniencia.

Esa conveniencia era política o personal, coyuntural, expedita, con arreglo al desarrollo de ciertas realidades. Golpeó a la gran derecha y a la izquierda.

Y lo hizo con saña. Persiguió a los megaempresarios de Monterrey e incurrió en genocidio --del cual esta indiciado hoy-- en agravio de jóvenes estudiantes disidentes.

II

Como presidente, el señor Echeverría adoptó esa postura que enajenó a segmentos de la sociedad, aunque en su momento le resolvió desafíos a su poder e infalibilidad personales.

Sin embargo, en el fondo el Presidente Echeverría se desempeñó, en el contexto de una dictadura de la simulación democrática, como un mandatario conservador.

Y ese conservadurismo exhibía rostros congruentes con los imperativos del poder autoritario, arbitrario y, dígase sin tapujos, dictatorial. Nada contra el statu quo.

Y ese statu quo era de conservar el poder a como diere lugar y a como fuere. Por eso el Estado mexicano se convirtió en un represor brutal, monstruoso, de cualesquier disidencia.

La simulación democrática se sustentaba sobre una base que el sistema político mexicano --el de la monarquía absoluta sexenal-- interpretaba como un contrato social. Consenso.

Pero era un consenso impuesto --ni siquiera inducido--, lo cual cancelaba, por su propia dialéctica de las contradicciones, las premisas de dicho contrato social.

El régimen presumía de que ese contrato social --la aquiescencia pública-- lo legitimaba en la cotidianidad y en el contexto histórico, dado su naturaleza revolucionaria.

Pero esa naturaleza revolucionaria era supuesta. En realidad, el contrato social no era tal, sino, pues había sufrido un desgaste al "institucionalizarse" la revolución.

III

El régimen que en ese entonces emblematizaba el señor Echeverría había dejado de ser revolucionario desde 1940. Era, pues, francamente antirrevolucionario. U opuesto.

Hoy, el Presidente Calderón --a quien millones de mexicanos consideran un mandatario espurio-- recurre a las viejas fórmulas de la simulación. Coquetea con la izquierda.

Y, así, mientras en casa reprime con ferocidad propia de un Pinochet o un Papa Doc Duvalier o un Leónidas Trujillo o un Stroessner, afuera hace migas con la izquierda.

Empero, los motivos de don Luis y don Felipe, si bien convergen, tienen diferencias notorias: el Presidente Calderón se acerca a su homólogo Chávez movido por un interés ajeno.

Y ese interés ajeno es el de abrir vías para defender a Carlos Slim, cuyos negocios en Venezuela han sufrido la nacionalización chavista.

¿Presidente Calderón? No. Presidente Slim. El Estado mexicano y su gobierno conforman una plutocracia. Existen para defender los intereses de los ricos.

Y uno de esos ricos --el señor Slim-- se siente afectado por decisiones soberanas del Estado Venezolano, la de devolverle al pueblo bienes estratégicos escamoteados.

¿Por qué no le llevó don Felipe a don Hugo la solidaridad del pueblo de México al de Venezuela por la reivindicación de sus propios bienes? Don Felipe da pasos en falso. Tropezará.

Glosario:
Aquiescencia: Asenso, consentimiento.
Indiciado: Que tiene contra sí la sospecha de haber cometido un delito.







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Voces de Priístas

Fausto Fernández Ponte




I

El caro leyente Enrique Palencia, quien se identifica a sí mismo como líder social urbano de la capital, con militancia larga en el Partido Revolucionario Institucional, escribe:

"Leí su artículo (acerca) del PRI y los retos que enfrenta y coincido con usted plenamente: nuestro instituto político nació en 1946 a la derecha ideológica...

"Por eso, nuestro Partido jamás ha sido ni siquiera de centro ni mucho menos de izquierda. Lo fundó Miguel Alemán Valdés hace casi 61 años para sustituir a su predecesor...

"El predecesor, el Partido de la Revolución Mexicana, fundado por Lázaro Cárdenas, sí era de izquierda y, de hecho, era un partido socialista dada su orientación social...

"El PRI no tiene nada que ver con el PRM, aunque éste sí tuvo mucho que ver con su antecesor, el Partido Nacional Revolucionario, fundado por Plutarco Elías Calles...

"El PNR era un partido socialista y, por lo que he leído y sabido, Calles perseguía dos objetivos: aglutinar las muchas fuerzas y facciones ideológicas y políticas dispersas...

"También quería que los intereses materiales de esas facciones y caudillos convergieran en un objetivo superior, el bienestar del pueblo de México...

Calles tenía, como segundo objetivo, dirimir los conflictos de intereses ideológicos, políticos y materiales en torno a un criterio trascendente, ignorado por el PRI".


II

Ese criterio trascendente ignorado por el PRI --nos dice el leyente Palencia-- es el del bienestar del pueblo como condición indispensable para la estabilidad y gobernabilidad.

Escribe con vena autocrítica severa:

"Estoy convencido de que mis compañeros de partido --incluyendo la dirigencia-- en mi modesto entorno de lucha social urbana ignoran esto que es tan básico...

"Mis compañeros de Partido y nuestros líderes locales y nacionales han demostrado que la función del PRI es la de darles huesos --empleos-- qué roer sin hacer esfuerzo...

"Y no hablo del esfuerzo personal --que no realizan--, sino del esfuerzo social, el de la solidaridad, el de una red que amortigüe nuestra caída como comunidad, como país..

"Es mi experiencia de tantos años de lidiar con las cúpulas del PRI que los priístas sólo quieren huesos qué roer y, además, bien pagados. Recibir prebendas sin trabajar...

"Ese es en el fondo el origen de tanto jaloneo y ambiciones entre los aspirantes a presidir el PRI. La presidencia del Partido es un hueso con mucho tuétano...

"En mi opinión muy personal, eso es en síntesis lo que motiva a los Enrique Jackson, Beatriz Paredes, etcétera".


III

Afirma el leyente Palencia:

"Todos esos aspirantes hablan de reconciliación para darle competitividad al Partido, pero con ello se refieren a la reconciliación entre las facciones, las cúpulas...

"Se refieren a los grupos de poder en el PRI y no se refieren a los millones de militantes que no necesitamos reconciliarnos porque no estamos peleados...

"Los militantes estamos irritados con las cúpulas y hasta con la dirigencia en turno del Partido, pero no estamos peleados entre nosotros mismos...

"Los militantes nos sentimos traicionados. La decisión de que sean los Consejos Políticos nacional y estatales los que eligan al presidente del PRI nos agravia como militantes..

"Nostros --los de la base-- no podemos aceptar que sean las facciones, los grupos de poder y las cúpulas las que tomen decisiones por nosotros. Volvemos a lo mismo...

"Y lo mismo es la persistencia de la cultura de prácticas antidemocráticas dentro del Partido, que es, como usted bien lo ha dicho, desestimar y subestimar a la militancia...

"Usted ha dicho que el PRI debe situarse a la izquierda; es decir, del lado del pueblo, no al centro ni a la derecha. Debe ser un partido revolucionario".

Glosario:

Dirimir: Deshacer, disolver.



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Intolerancia

Fausto Fernández Ponte



I


Desde hace ya varios sexenios, la intolerancia en el ejercicio del poder ha exhibido una y otra vez sus fauces babeantes y hediondas y sus colmillos afilados.

Así ha sido. Y lo mismo en los sexenios de la dictadura perfecta a los de la ultraderecha plutocrática, la intolerancia ha sido el signo de ese ejercicio del poder.

Cierto. En esos 60 años --desde el sexenio de Miguel Alemán, fundador del PRI actual, hasta el de Felipe Calderón--, la intolerancia ha sido y continúa vigente.

De hecho, esa vigencia se ha acentuado no sólo a lo largo y lo ancho del espectro de la práctica del poder, sino también transversalmente. Y sin contrapesos.

La intolerancia se ha manifestado de guisa variopinta, incluyendo la extrema, la de la represión violenta, con su secuela lacerante de víctimas y damnificados.

Esas víctimas y damnificados han sido --y siguen siéndolo-- el conjunto de muertos, desaparecidos, secuestrados, heridos, torturados y presos. Suman miles

Tan sólo en un sexenio, el de Carlos Salinas de Gortari, hubieron más de mil activistas civiles --luchadores sociales y políticos-- fueron muertos o desaparecidos.

Las víctimas del salinato --ese periodo sexenal de tristísima naturaleza-- tiene registro en la psique de la izquierda en México. Es parte de nuestra historia reciente.

III

Las víctimas de la intolerancia salinista fueron mexicanos sospechosos de ser miembros del Frente Democrático Nacional y luego, del Partido de la Revolución Democrática.

Este episodio negro, empero, es poco conocido, excepto por aquellos vinculados a las víctimas o, como en el caso de este escribidor, por quienes dieron cuenta de esa represión.

Esa represión duró todo el sexenio de este deleznable individuo, emulando a otro monstruo, Luis Echeverría, quien le había precedido como inquilino de Los Pinos.

El señor Echeverría, acusado hoy de genocidio y bajo arraigo, le dio alegre rienda suelta a sus matones, muertos ya pero no olvidados por sus víctimas ni por la historia.

Al sexenio echeverrista le precedió otro igualmente brutal, el de Gustavo Díaz Ordaz, el de la Matanza de Tlatelolco, ocurrida el 2 de octubre de 1968.

En matanza, el señor Echeverría también tuvo parte, pues era entonces el secretario del despacho de Gobernación y responsable de resolver el conflicto esutiantil-popular.

Al sexenio echeverrista le sucedieron los de José López Portillo (1976-82) y Miguel de la Madrid (1982-88), quienes tuvieron también su cuota de represiones y desaparacidos.

Al frívolo Jolopo sucedió como Presidente don Miguel --en el sexenio de este último fue asesinado el periodista Manuel Buendía--, antecesor del ya mencionado señor Salinas.

III

Ernesto Zedillo fue el sucesor de don Carlos y tuvo, como todos los anteriores, su parte en represiones y desaparecidos, aunque no con la alegría perversa de aquellos.

La represión recobró sus colmos durante el sexenio de Vicente Fox, individuo de desempeño tan patético, por inepto, que es recordado por su considerable caudal de desaciertos.

Empero, es en este sexenio --el del señor Calderón, identificado por millones de mexicanos como Felipe el Espurio-- en donde la intolerancia alcanza un apogeo.

Y ese apogeo en la intolerancia es, comparado con el de los sexenios anteriores, escalofriante. Se traduce en represión cínica, diríase que tiene hasta su epinicio.

En efecto. La intolerancia se ejerce sin tapujos ni justificaciones. Se presume, pues, de ella. Y se presume, en vena igual, de su secuela aviesa, la represión.

Caso en punto es el de José Gutiérrez Vivó, empresario de la difusión --propietario del Grupo Monitor-- y difusor él mismo, que goza de celebridad por su amplia audiencia radial.

El señor Gutiérrez Vivó se amparó el lunes contra actos de la autoridad judicial federal, pues teme ser detenido e incluso secuestrado por agentes policiacos.

Señálese que el señor Gutiérrez Vivó no es ni ha sido un crítico notorio de cómo se ejerce el poder en México. Pero sus temores son fundados. Por la intolerancia calderonista.


Glosario:

Colmos: Líquido que se derrama de un vaso o contenedor

Deleznable: Despreciable, de poco valor

Epinicio: Canto de victoria. Himno triunfal




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Poder Coactivo

Fausto fernández Ponte


I

El Estado nos lo dice Antonio Gramsci en sus textos acerca de filosofìa y ciencia política-- es una hegemonía acorazada de coerción. Ese discernimiento exhibe certeza definitoria.


Y esa certeza deviene, precisamente, de la experiencia histórica y del acervo, casi siempre acérbico, de las vivencias en la evolución del hombre como ser político.


Señálese que Gramsci no sólo abrevó en Marx y Engels, sino también en Hegel, Ricardo, etcétera, para explicarse, por ejemplo, la razón del Estado y las teorías de la política.


En la cárcel, Gramsci tuvo tiempo de sobra para estudiar a esos economistas --clásicos y marxistas-- y hallarle explicaciones a las causales del fascismo.


Pero son sus planteamientos acerca del Estado y la política los que han trascendido hasta nuestros días con tal vigencia que nos permiten entender el proceso del poder formal.


En su nombrada obra Gramsci y la concepción de la sociedad civil, Norberto Bobbio señala que las ideas de aquél acerca de la naturaleza del Estado y la política "son sugerentes".


Y no es para menos. Gramsci dibujó con el vigor indeleble de la tinta china orígenes y razones de ser de la sociedad civil y definió su desarrollo y derrotero.


Gramsci acepta el postulado de Marx de que el Estado es una dictadura de clase, pero pensó que necesitaba ampliarse para dar cuenta de la naturaleza de esa institución.


II


Pero esa ampliación tenía un basamento filosófico sólido, pues Gramsci era, ante todo, un filósofo. Aplicaba la filosofía para comprender al poder y la política.


La ampliación del concepto de Gramsci acerca del Estado es secuela, a su vez, de una ampliación de la concepción de la filosofía, entendida ésta como una actividad de alta cultura.


Sin embargo, su condición de actividad de alta cultura no es óbice para que sea la herramienta ad hoc para comprender la concepción general del mundo y de la vida.


Las tesis de Gramsci han enriquecido el debate entre materialistas --y, ergo, los marxistas-- y los idealistas acerca de la política y el Estado y la sociedad civil.


Ese debate continúa librándose hoy, dadas las peculiaridades modernas de la institución del Estado que, en México, a nuestro ver, es un un caso emblemático.


En efecto. En México, el Estado y la política exhiben peculiaridades propias de una naturaleza ajena a los intereses reales y estratégicos de la sociedad civil.


Componentes centrales en la tesis de Gramsci son los conceptos de hegemonía e intelectuales, que este filósofo describe con arreglo al trabajo pionero de Maquiavelo.


El concepto gramsciano de hegemonía consiste en la absorción de la sociedad política en la sociedad civil. Ello, como bien sabríalo el caro leyente, no ocurre aquí.


III


Ese fenómeno --la absorción de la sociedad política en la sociedad civil--, es conocido como estatolatría, la cual no es un fin en sí misma, sino que tiene otro propósito.


Y ese propósito --el de la estatolatría-- es el de procurar su propia extinción creando condiciones para ello. Así se alcanza, entonces, la hegemonía.


Sin embargo, la estatolatría puede también ser negativa --o reaccionaria-- en el sentido de una clase que ha perdido su hegemonía tiende a perpetuarse en el poder.


¿Y el concepto de intelectuales? Para Gramsci es "todo el estrato social que ejerce funciones organizativas, en lo más amplio, en la producción y la polìtico-administrativo".


En México, la clase trabajadora --cuya definición es muy clara comparada con la de los países capitalistas avanzados-- carece precisamente de esos intelectuales.


Y sólo la burguesía --a la que el Estado sirve por imperativos de clase-- posee, a la fecha, ese monopolio de organizar la producción y lo político-administrativo.


Gramsci sólo describe una realidad, pero sus descripciones nos plantean implícitamente propuestas para que el Estado --el de una clase dominante-- sufra metamorfosis cualitativa.


Esa metamorfosis no vendrá del cielo. Tampoco nos será dada gratuitamente. Habría que promoverla, en una estrategia para realizarla. Ese es el reto de la izquierda en México.



Glosario:


Acérbico: Calidad de acerbo. Cruel, riguroso, desapacible.


Derrotero: Camino, rumbo, medio tomado para llegar al fin propuesto.

Hegemonía: Supremacía que un Estado ejerce sobre otro. Supremacía de cualquier tipo.

Obice: Obstáculo, embarazo, estorbo, impedimento.





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Difusión y Poder

Fausto Fernández Ponte



I

Comentábamos ayer en este espacio el asunto del más reciente informe anual de la Federación Internacional de Periodistas, en el que México figura desfavorablemente.

Cierto. En ese informe se consigna que en 2006 fueron asesinados (o desaparecidos, según la modalidad equivalente) diez profesionales de la difusión periodística. Diez.

Con esa cifra el total de profesionales de la difusión periodística asesinados (o desaparecidos) en nuestro país durante el sexenio aumenta a 29.

En el informe de la FIP se subraya que México es el país de nuestra América con el número mayor de profesionales del rubro difusor periodístico asesinados o desaparecidos.

Empero, si se cotejan los datos de asesinados o desaparecidos en México con los de otros países, no sólo encabeza México a nuestra región, sino a todo el mundo.

Ese cotejo establece, reiteraríase, que México es el país más peligroso del mundo para la difusión periodística profesional. Esos agravios son una constante.

¿Por qué? Esbocemos una respuesta a esa interrogante.

En nuestra sociedad --cuya forma de organización política es notoriamente clasista y elitista-- el ejercicio de la difusión periodística cobra importancia diríase vital.

II

¿Vital? Sí, vital. ¿Y por qué? Porque en nuestra sociedad unos cuantos --los menos-- poseen el grueso de la riqueza y el ingreso; los más, la mayoría, carecen de casi todo.

Esa mayoría carece hasta de esperanza, ese intangible que suele difuminarse ante la realidad lapidaria de la desigualdad económica y la injusticia social.

Los menos dominan la vida económica y política e incluso la social --orientan la educación, reprimen anhelos laborales-- y conforman el poder, tanto formal como fáctico.

Y el poder --formal y fáctico-- es ejercido con arreglo a imperativos de los intereses que lo conforman y representa y actúa, por ello, sin constreñimientos ni contrapesos.

Usted, caro leyente, podría decirnos que en nuestra forma de organización política existen contrapesos, representados por los Poderes de la Unión. Y tendría usted razón.

Esos contrapesos existen, mas sólo en el papel. En la práctica no se conducen en aras de la búsqueda constante de equilibrios. No. Lo impiden ciertas realidades.

Y una de esas realidades es la cultura misma del poder en México, que propicia la corrupción, la ineptitud y la soberbia y prepotencia y el autoritarismo y la arbitrariedad.

La ausencia de contrapesos reales fomenta la impunidad y, ésta, a su vez, impulsa el cinismo en el ejercicio inmoral, mezquino y egoísta, personal o faccioso, del poder.

III

Por ello, inistimos, la difusión periodística es vital para compensar --y en contados casos subsanar-- las secuelas de esa forma de organización política, que es de simulación.

Simulación de democracia, precísese. Hay elecciones, pero éstas son fraudulentas en todos sentidos, desde el moral y ético y político hasta el jurídico, como vióse el 2 de julio.

Si no hubiese sido por la difusión de hechos, sucedidos, opiniones, comentarios e ideas acerca de ese colmo de simulación democrática, no sabríamos lo que veramente ocurrió.

Y aun así, esa difusión fue sesgada y selectiva, pues las empresas difusoras son parte intrínseca, precisamente, del entramado sofistero y falaz de intereses creados del poder.

Esas empresas operan bajo un régimen de propiedad privada, opuesta por definición a la social, y por añadidura su razón de ser obedece a la lógica del mercado o del mercantilismo.

Pero al obedecer a esa lógica del mercado, esas empresas comerciales --la de lucrar-- también funcionan como medios de control social, para lo cual manipulan contenidos.

Esa manipulación tiene por obvio propósito --en la lógica del control social-- el de inducir conductas colectivas, ora con fines políticos, ora consumistas de bienes y servicios.

Parte de la manipulación es, por un lado, distorsionar y descontextualizar hechos y sucedidos; por otro, ignorar éstos --como si no hubiesen ocurrido-- o minimizarlos.

Por supuesto, la causal aquí identificada no es la única, pues existen otros, pero sí es la más obvia. Al poder formal y fáctico le disgustan los contrapesos.


Glosario:

Esbocemos: Relativo a esbozar. Insinuar un gesto, normalmente del rostro.

Mezquino: Que escatima excesivamente en el gasto. Falto de nobleza de espíritu.

Sofistero: Que se vale de sofismas. Razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso.





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Periodistas


Fausto Fernández Ponte



I

México es uno de los países en donde quienes ejercemos el oficio de difundir hechos y sucedidos, opiniones propias y ajenas y comentarios acerca de éstos, vivimos en peligro.

A veces, también la difusión impresa o por el espectro radioeléctrico o por la Internet de ideas conlleva agresiones, secuestros, desapariciones y asesinatos.
La difusión profesional, crítica, de ciertos temas vinculados al crimen organizado o a la corrupción política y policiaca concita reacciones violentas de ciertos intereses.
Consignemos a seguidas datos compilados por la Federación Internacional de Periodistas (FIP), con sede en Bruselas, la capital de la Unión Europea, consignados en su informe anual:

1) Tan sólo en 2006, en México fueron asesinados diez difusores. En ese mismo lapso, en Colombia hubieron cinco homicidios de difusores. México marcha a la cabeza.

2) En los países de la América indo, afro e ibérica el número de difusores muertos o asesinados fue de 37, una cifra sin precedente en la historia reciente.

3) En el mundo fueron desaparecidos y asesinados 155 periodistas y la mayoría de esos homicidios no ha sido aclarada judicialmente.

4) A los datos previos agregaríanse el número creciente de difusores amenazados de muerte, agredidos físicamente o incluso encarcelados por guardar el secreto profesional.

II

Señálese, a guisa de salvedad, que la acepción difusores --que utilizamos aquí-- nos referimos a aquellos cuya ocupación profesional es la de difundir periódicamente.

El vocablo periodistas deviene, precisamente, del ejercicio de la difusión periódica de impresos o mural y que se conocían como periódicos.

El vocablo se extendió a otros medios difusores --que usan el espectro radioeléctrico o por Internet-- inventados y desarrollados desde hace 200 años a la fecha.

A los periódicos de radio y televisión se les conoce también como noticieros y tienen, incluso, cabezales (o nombres) distintivos, como los de los impresos.

Menciónese que la FIP considera que 2006 fue "un año de brutalidad sin precedente" en agravio de los difusores. Ello es particularmente vero en México.

Y aunque el marco jurídico --el constitucional y las leyes reglamentarias-- garantiza el ejercicio profesional de la difusión, en la práctica esa garantía es letra muerta.

El Estado --ejecutor de esas garantías cuyo esencia es preventiva y, a la vez, coactiva-- ha sido rebasado por la peligrosidad en la que se ejerce el oficio de difundir.

De hecho, el Estado en México es en no pocas ocasiones perpetrador --intelectual y material-- de agravios a difusores. Esos agravios son de carácter variopinto.

III

Una peculiaridad de la perpetración del Estado mexicano de agravios a difusores es la omisión --hacerse de la vista gorda proverbial-- y la complicidad implícita.

En México, el Estado no actúa ni preventiva ni coactivamente contra ciertas vertientes de poder fáctico ligados en lo ideológico y lo político al poder formal.

Ante esa realidad --el poder fáctico domina al poder formal--, el Estado sólo tiene expresiones pro forma, como la Fiscalía Especial, cuyo alcance es, por definición, nulo.

Ese peligro es enorme no sólo por su magnitud insoslayable, sino también por su naturaleza, vinculado a la cultura del poder fuere éste formal o fuere fáctico.

Tal peligro ha convertido a los difusores --que, además, incluiría a ciertos empresarios de la difusión-- en uno de los grupos gremiales más vulnerables.

Esa característica del ejercicio de la difusión ha llevado a la Comisión Nacional de Derechos Humanos a considerar al gremio un grupo social tan vulnerable como el de los indios.

Si el indígena es, por añadidura, mujer, la vulnerabilidad crece exponencialmente. Lo mismo diríase de aquellas personas dedicadas a la difusión que son mujeres.

Así como los indígenas y las mujeres saben de su vulnerabilidad, los difusores sabemos que ejercer nuestro oficio representa riesgos letales.

¿Por qué hemos llegado en México a esta situación tan grave? Las causales del fenómeno son asaz complejas y configuran un síntoma de una grave descomposición social.



Glosario:

Asaz: Bastante, mucho.

Gremio: Conjunto de personas que tienen un mismo ejercicio, profesión o estado social.


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