Periodistas
1/2Fausto Fernández Ponte
5 de mayo de 2006
I
Que el ejercicio del periodismo en México es un avatar peligroso, pocos mexicanos lo dudarían, en particular los propios periodistas, cuyas vidas corren riesgo día tras día.
Señálese a fuer de precisión que el periodismo es ejercido en un espectro amplio de actividades conducentes a difundir hechos y sucedidos, ideas y opiniones o informar de ellos.
Por tanto, definamos aquí al periodismo como una actividad difusora periódica --horaria, diaria, semanaria, mensuaria o anuaria-- para fines de comunicación social.
Empero, los que corren mayor riesgo a su integridad física son aquellos que informan acerca de hechos y sucedidos, ideas y opiniones, así como quienes los comentan.
Reporteros y comentaristas y, en ciertos casos, los propios dueños de los medios difusores, son blanco reactivo de aquellos a quienes la difusión afecta negativamente.
Esta exégesis del periodismo --tarea difusora periódica, que le dio el nombre a esta ocupación-- define a la información como un bien y un producto que se difunde.
Ese bien o producto puede ser tangible o intangible, midiéndose esa condición con arreglo a ciertos paradigmas profesionales de la difusión. Esta puede ser interesada.
II
Y al ser interesada, la posibilidad de manipulación crece exponencialmente. Pero aclárese que la manipulación difusora tiene contrapesos y constreñimientos: las reglas éticas.
Sin embargo, esos códigos de ética no son aplicables cuando se le ofrece a la sociedad un bien o producto como mensajes de proselitismo político o de consumo comercial.
Según la experiencia cotidiana, difundir es propagar, el alcance de ese bien o producto es trascendente, pues influye en comportamientos colectivas.
Hágase la salvedad que a la publicidad se le entiende hoy como un afán difusor interesado y crematístico de un bien o producto comercial, ofrecido para su consumo.
Esta distinción entre el periodismo y la publicidad es importante. Los medios difusores de masas suelen incurrir en una práctica engañosa: dispensan propaganda como noticia.
Esto, desde luego, no tiene nada que ver con la extrema peligrosidad, ampliamente documentada, de ejercer el periodismo en México. La difusión mueve a reacciones.
Y esta situación, por su mera naturaleza, convierte a los practicantes del periodismo en un grupo gremial y social asaz vulnerable. Esto no es nuevo
III
Cierto. Desde tiempo inmemorial, los portadores de malas noticias solían morir a menos de los destinatarios de los mensajes que traían. Ser mensajero era muy arriesgado.
Y continúa siéndolo. Hoy, los portadores de hechos y sucedidos o de ideas u opiniones sufren las consecuencias violentas, a veces extremas, de su quehacer.
Así es. Se les intimida, se les amenaza para inducir su conducta profesional en una dirección interesada. Se les reprime, pues, bajo modalidades variopintas.
Y finalmente, o se les desaparece físicamente o se les asesina impunemente y, como secuela perversa, con cinismo arrogante y burlesco, ofensivo a la inteligencia.
Dada esa realidad, ejercer el periodismo en México --informar acerca de hechos y sucedidos o de ideas u opiniones-- tiene mucho de heroísmo. Es una empresa heroica.
Ese heroismo se magnifica si se toma en cuenta que los periodistas tenemos conciencia plena de los riesgos que corremos. Informar e interpretar exige un precio sangriento.
Esta es una descripción objetiva de una realidad dada. Pero, ¿cuáles son sus causales? Sabemos de sus consecuencias, mas no de las causas. Acerca de ello trataremos mañana.
Glosario:
Paradigma: ejemplo o ejemplar. Conjunto cuyos elementos pueden aparecer alternativamente en algún contexto especificado.