I El gobierno de México que encabeza el Presidente de Facto y, diríase sin caer en hipérbole que también el Estado mexicano mismo, son perpetradores más allá de lo tentativo de acelerar el despojo de nuestro patrimonio en provecho de particulares.
Para perpetrar tan colosal ilícito moral y constitucional el gobierno e, insístase, el Estado, recurren a socaliñas y artificios para engañarnos y, así, convencernos de continuar regalando sin nada a cambio el tesauro de todos nosotros.
Dicho de otro jaez, caro leyente: el titular del Poder Ejecutivo y, en grandísima medida, el Legislativo y, desde luego, con el silencio anuente --cómplice-- del Poder Judicial, están empeñados en fomentar con dolo un mayor saqueo de México.
Ese saqueo --iniciado con la complicidad del gobierno que presidió Miguel de la Madrid, de 1982 a 1988-- exhibe hoy arrogante impunidad y, ergo, cinismo incontenible, así como una virulencia brutalmente atroz.
Ese saqueo virulento tiene modalidades y morfología perversas, que son atajos para llegar más pronto al destino: convencernos que los mexicanos --es decir, el pueblo de México-- seremos los beneficiarios de un rapiñar monstruosamente depredador.
Esa rapiña saqueadora y sus modalidades y morfología se emblematizan en la privatización a troche y moche de la empresa paraestatal petróleos Mexicanos, responsable de administrar un patrimonio nacional de gran importancia estratégica.
II El encuadre filosófico y el marco político-económico de esa privatización, independientemente de cualesquier definiciones sofistas aplicadas por el gobierno y el Estado mexicano, tiene nombre: Tratado de Libre Comercio de la América del Norte.
Esa privatización es corriente --se realiza ya, desde hace varios sexenios, con la "desincorporación" o cesión, como gangas, de empresas del Estado a particulares--, pero se acentuó a raíz de que el TLCAN adquirió vigencia en 1994, al final del salinato.
El TLCAN tiene antecedentes históricos. Signar un tratado comercial entre México y Estados Unidos fue propuesto por primera vez en 1836 por Antonio López de Santa Ana cuando, prisionero, fue llevado ante el presidente estadunidense Andrew Jackson.
Éste no le hizo caso a Santa Anna, quien, además, desoida su propuesta quiso venderle chicle --de las selvas veracruzanas--, obtener de esa guisa su libertad y no tener que aceptar la realidad geopolítica y militar de la independencia de Texas.
Años más tarde, Benito Juárez propuso lo que sería el Tratado MacLane-Ocampo, más lo hizo para asegurarse que la flota estadunidense ahuyentase de Veracruz a los barcos de guerra españoles, franceses e ingleses fondeados en Antón Lizardo.
Ese protocolo, empero, jamás fue ratificado por el Senado estadunidense ni por el Congreso mexicano. Pero Juárez logró su propósito: utilizó a los gringos para hacer huir a los europeos, aunque luego los franceses retornaron e instalaron a Maximiliano.
III Transcurrido el tiempo, fue el presidente Jimmy Carter quien, persuadido por un estadunidense de ascendencia mexicana, Abelardo Valdés, propuso un "North-American Accord" y alzarse con nuestro petróleo y gas. Pero José López Portillo lo ignoró.
Ronald Reagan retomó la idea. E insistió en su "North-American Accord" que presumiblemente sabríase hoy, el secretario de despacho de Programación y Presupuesto del entonces Presidente De la Madrid, Carlos Salinas, lo acogió con mucho interés.
Ya como Presidente de México, el señor Salinas le propuso un TLCAN al primer George Bush, haciéndo suya con presteza la propuesta. El Tratado obliga al gobierno (y al Estado) a hacer lo que se ha hecho desde entonces: regalar el país para saquearlo.
Pero más allá de los antecedentes históricos, el poder en México aduce que sería en provecho de los mexicanos regalar Pemex a particulares y/o consorcios trasnacionales de EU y España e incluso bursatilizar el capital social de la empresa.
Para ello realiza el poder una campaña mediática de convencimiento, simultánea a otra para persuadirnos de que el TLCAN ha creado prosperidad en el agro y, en general, en el país. Pero la realidad es un telón de fondo doloroso y contrastante.
ffponte@gmail.com Glosario:
Bursatilizar: colocar entre postores en una bola de b valores o lonja mercantil o mercado bursátil acciones de bienes actuales y el capital social de una empresa o producción actual o futura.
Hipérbole: figura del lenguaje que consiste en exagerar.
Salinato: sexenio de Salinas.
Signar: firmar, suscribir.
Sicaliña: ardid, treta, maña, engaño, trampa, enredo.
Tesauro: riqueza, teoro, patrimonio, acervo.